El senador Belisario Domínguez Palencia, llegó a la Cámara Alta, el 6 de marzo de junio de 1913, a suplir a Leopoldo Gout, quien falleció tres días antes, eran tiempos en que el general Victoriano Huerta, se hizo del poder con el cuartelazo de febrero del año antes citado, derrocando al presidente constitucional Francisco I. Madero y al vicepresidente José María Pino Suárez.
Dice Huerta en sus Memorias, “El alcohol mataba mis anhelos de prosperidad, me obligaba a dejar pasar los acontecimientos sin que tuviera otra idea que esta: yo aprovecharé el momento oportuno para derrocar a Madero”.
El 29 de septiembre de 1913, el senador Belisario Domínguez Palencia, no se anduvo con medias tintas, con valor, escribió un discurso, que le costó su vida; ya otras muertes de opositores al régimen huertista se habían sumado, entre ellos los generales Gabriel Hernández, Rafael Tapia, José de la Luz Soto; el mayor Isidro López Nieto y los periodistas Alfredo Martínez del Campo y Pedro Didapp, así como los diputados Néstor Monroy, Adolfo Gurrión y Serapio Rendón.
El citado discurso, “La verdad es esta: durante el gobierno de don Victoriano Huerta, no solamente no se ha hecho nada en bien de la pacificación del país, sino que la situación actual de la República es infinitamente peor que antes… La Representación Nacional debe deponer de la Presidencia de la República a don Victoriano Huerta…”
Agregaba, quien nació en Comitán, Chiapas, el 25 de abril de 1863 y de profesión médico, “…concédeme la honra de ir comisionado por esta augusta asamblea a pedir a don Victoriano Huerta que firme su renuncia de Presidente de la República, creo que el éxito es muy posible…al leer esos documentos, lo más probable es, que llegado a la mitad de la lectura pierda la paciencia don Victoriano Huerta, y sea acometido por un acto de ira y me mate…”
Ya antes, el 23 de septiembre, el legislador Domínguez, escribió otra alocución, “Todos, menos don Victoriano Huerta, ni don Aureliano Blanquet, porque esos desgraciados están manchados por el estigma de la traición y el pueblo y el Ejército los repudiarán, llegado el caso”. De acuerdo al libro de Josefina Mac Gregor, Belisario Domínguez, editado por la Cámara de Senadores, no existe constancia que ambos discursos los pronunciara en la tribuna, sin embargo, se difundieron de forma profusa entre la población.
Era una noche fría, alrededor de las 12 de la noche del 7 de octubre de 1913, el senador Domínguez Palencia, fue obligado a salir del Hotel Jardín donde se hospedaba, ubicado en San Juan de Letrán e Independencia, sacado por elementos de la policía secreta, entre ellos el Inspector de Policía, Alberto Quiroz, acompañado de Gilberto Márquez, integrante de la policía reservada y dos sujetos indeseables, Gabriel Huerta y José Hernández, a quien apodaban el “Mata Rata”, ambos de oficio pistoleros.
El senador fue trasladado al cementerio de Coyoacán, donde fue asesinado por sus captores y su cuerpo enterrado en una fosa a la orilla de ese lugar.
POR RUBÉN MARTÍNEZ CISNEROS
COLABORADOR
MAAZ