Desde afuera

¿Melodrama o Circo político?

En el caso de la Cámara baja, pequeños grupos pueden negar la mayoría a un aspirante que no satisfaga las condiciones de todos los diputados

¿Melodrama o Circo político?
José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

La elección de un líder republicano como presidente de la Cámara baja del Congreso estadounidense se ha convertido en un melodrama. O un circo político.

Si se ponen de acuerdo, el próximo presidente de la Cámara de Representantes y segundo en el orden de sucesión presidencial, será alguno de los 222 republicanos que componen la mayoría en la Cámara baja. 

Pero tal vez no. Llevan ya tres semanas sin coincidir.

El último nominado, Tom Emmer, era el tercero en jerarquía detrás del defenestrado líder Kevin McCarthy y su fracasado adjunto, Steve Scalise, y a cargo de asegurar la disciplina de partido en la bancada. Pero votó por reconocer la validez de las elecciones presidenciales de 2020, un pecado grave que lo obligó a retirarse cuando Donald Trump y sus leales se pronunciaron en contra.

Para elegir presidente de la Cámara se necesitan 217 votos, que serían posibles si hubiera colaboración con los demócratas, que pueden aportar 212.

Pero eso sería anatema en un Partido Republicano donde ideología y temas personales se imponen. Y en el caso de la Cámara baja, pequeños grupos pueden negar la mayoría a un aspirante que no satisfaga todas las condiciones de todos los diputados, en especial los más ideológicamente "puros".

Así, hace casi tres semanas la rebelión de ocho legisladores enojados porque negoció con los demócratas sobre el presupuesto llevó a la destitución de McCarthy como líder cameral; luego, Scalise no logró suficientes votos para ser postulado; hace seis días, al menos 20 miembros de la mayoría rechazaron a Jim Jordan por ser demasiado extremo.

Y quien sea electo, eventualmente, deberá invertir tiempo y esfuerzo no sólo en consolidarse sino en tratar de reparar las divisiones. Pero parte del problema es la influencia de Trump en la Cámara, donde sus aliados ocupan la mayoría de las presidencias de comité o subcomités.

Hoy, entre los republicanos, que ya se oponen a la libertad de aborto, favorecen la libre posesión de armas, son hostiles a la inmigración y a las minorías y cercanos a grupos ultranacionalistas, pareciera haber una competencia entre quienes son más leales a la idea de que Trump no perdió las elecciones presidenciales de 2020, que no cometió delito alguno al tratar de revertir la votación ni tuvo que ver en la asonada del 6 de enero de 2021, y mucho menos delinquió al retener documentos secretos. 

Esa creencia implica el rechazo a negociaciones con los demócratas, que son minoría en la Cámara baja, pero son mayoría en el Senado y tienen la Casa Blanca. En otras palabras, están obligados a negociar: no hacerlo conduce a una crisis.

El impasse pone en cuestión la capacidad de gobierno de los republicanos: la Cámara es la que aprueba el gasto público y el gobierno se quedará sin fondos a mediados de noviembre, lo que puede llevar a su cierre. Y si eso ocurre, el daño económico será atribuido a los republicanos en año electoral.

POR: JOSÉ CARREÑO FIGUERAS

JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM

@CARRENOJOSE1

MAAZ

 

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