Se tenía que decir

Sobre la realidad y el escape llamado fentanilo

EU, como lo ha hecho durante 50 años, ha denunciado que el problema está fuera de su territorio; el peligro es México y Colombia

Sobre la realidad y el escape llamado fentanilo
Alán Vargas / Columna invitada / El Heraldo de México Foto: Especial

«Si un hombre que sólo habla de bueyes se convirtiera en comedor de opio, lo más probable (de no ser demasiado burdo para soñar nada) es que soñara con bueyes»

Confesiones de un inglés comedor de opio, de Thomas de Quincey

Una postura característica. Sin poder mantenerse correctamente de pie y sin poder caer al suelo, fuera de órbita, entumidos, en barrios mayormente, pobres. Cientos de videos en la red, retratan a grupos de personas bajo los efectos de drogas como el fentanilo, bajo títulos que pueden resultar estigmatizantes y morbosos, como La droga zombi que está aterrando a Estados Unidos.

Podríamos señalar que esas personas que nos parecen horribles por fuera, por dentro están experimentando una sensación de alivio temporal de la realidad que les es un horror, vale la pena sortear la imagen del zombi e ingresar a su espíritu humano que busca un alivio a sus dolores, a sus problemas. Un escape que hoy es una penosa realidad que podría extenderse, si se baja la guardia.

Sabemos que el fentanilo (desarrollado por primera vez en la década de 1960) es un derivado sintético del opio, mismo que fue un medicamento del que se hacía un uso recreativo. En Estados Unidos, por ejemplo, se toleró el consumo de opio durante la época colonial, suscitando conflictos entre países, suscitando también elogios y denuncias. Julio Verne, en La vuelta al mundo en 80 días, describía un viejo fumadero chino como un lugar de «terribles vicios, deplorable pasión» lo llamaba «funesta droga», bueno, personajes como Edgar A. Poe, fueron grandes consumidores de opio.

Por mucho tiempo, los derivados naturales del opio (morfina, codeína, noscapina) y derivados sintéticos regulados estrictamente en medicina (tramadol, metadona, fentanilo, etc.) han implicado problemas complejos, sociales y políticos. Hoy el fentanilo es una de ellos. El abuso de éste opioide ha dejado estragos incalculables en el país del norte y con peligro a extenderse en Latinoamérica. Quienes han estudiado los efectos del consumo furtivo de fentanilo, hablan de una sensación de adormecimiento, bienestar, aletargamiento, euforia y sedación. Potentísimo y adictivo una vez desarrollada la dependencia, deprime el sistema respiratorio de forma severa, provoca náuseas, vómitos y sobredosis.

Pregunto. ¿Qué males guarda la cultura y la realidad en la que vivimos? ¿Qué problemáticas se dejaron de atender, sobre todo en los países donde hay más consumidores como Estados Unidos? EU, como lo ha hecho durante 50 años, ha denunciado que el problema está fuera de su territorio, ósea, que el peligro es México, Colombia y toda Latinoamérica, con el argumento de que ahí es donde se produce. No obstante, la mayor parte de consumidores de fentanilo están en EU. Más de 100.000 personas murieron en 2021 por sobredosis de fentanilo.

¿No tendrá que ver con la falta de políticas de tipo social? ¿La falta de la presencia del estado para generar un nuevo paradigma? Desde éste espacio, creo que es necesario desmilitarizar la lucha contra las drogas, atender las causas, tal como coincidieron AMLO y Petro en la Conferencia Latinoamericana y del Caribe sobre drogas, ya que éste gran problema puede extenderse al sur, contaminar al mundo. Aliviar este dolor entonces, implica algo más, quizás como dijo Roque Dalton, una aspirina del tamaño del sol. 

POR ALAN VARGAS

COLABORADOR

@SOYALANVARGAS

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