El discurso de la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, pronunciado este 16 de septiembre, tuvo tres aspectos destacados: el primero, por lo que toca a la Guardia Nacional; el segundo, sobre su definición de política de paz y, el tercero, de naturaleza política.
Es posible que uno de los signos distintivos de la llamada “cuarta transformación”, sea el hacer explícito, e inclusive, legal lo que no lo es pero persiste normalizado, o bien en la simulación o en el encubrimiento. Cartas abiertas y parece el caso. La Guardia Nacional, es claro, fue un cuerpo asignado a la Secretaría de Seguridad a fin de que conseguir un concenso que le diera legitimidad, pero que en los hechos, fue integrado por militares y comandado operativamente por mandos militares.
Por lo anterior, no es extraño que Rosa Icela Rodríguez considere que, en su elemento, la Guardia Nacional se vaya consolidando mientras que, al mismo tiempo, ella parece concentrarse discursivamente en el objeto central de la estrategia: la construcción de la paz.
El discurso y la política para la paz son importantes y es curioso que sean aquellos que son acusados de militarizar, quienes lo ostenten bajo la idea de que es en la atención de las causas de la violencia donde se ubica la solución de largo plazo. En tanto, los del otro lado piden operativos con mayor poder de fuego y no militarizar.
Rosa Icela Rodríguez, ni duda cabe, ha sido de las funcionarias de mayor confianza para el presidente López Obrador; su perfil es discreto y quizás por ello, su mensaje del 16 de septiembre tiene también una
implicación política que, más allá de la materia de seguridad, desafía a los críticos y compromete la continuidad del proyecto lopezobradorista. Vimos entonces a la Secretaria haciendo política.
Hay timining. La política y las leyes relativas a la seguridad llevan semanas ocupando la discusión pública. Un paquete de reformas relativas a la Guardia Nacional enviado por el Ejecutivo y pasado por su mayoria, así como una propuesta del PRI para extender la intervención militar en tareas de seguridad abrió intensos diferendos entre frentes políticos que resultaron en realinaciones.
Natural para el contexto de polarización que vive el país, la posición opositora, señaladamente del PAN, ha sido de crítica severa a los dos procesos legislativos. Una crítica auténticamente contradictoria en tratándose del partido que estando en el poder (2000-2012) fue responsable del desbordamiento de la violencia y de sacar a los militares de sus cuarteles.
Aun así, en el debate político el PAN ni siquiera abrió una brecha de diálogo con el gobierno de López Obrador quien, como está claro, tampoco es que los necesitara mucho. Anclado el PAN –y lo que queda del PRD— en la “moratoria constitucional” y sus rebuscadas argumentaciones, optó por romper por ahora la coalición y con eso, la posibilidad de tener una mejora en su competividad electoral… una coalición antes muerta que sencilla.
Posdata
Las investigaciones al equipo de Enrique Peña Nieto avanzan, particularmente sobre quien fue su administradora, María Isabel Barroso, su marido Alfonso Rodríguez y el socio de este, Héctor Alfonso Maccise Yitani. Si hasta hace unas semanas se sabía que la red de complicidades era amplia, hoy se advierte que la cloaca destapada podría revelar no un boquete y sçi un auténtico
socavón de mayor impacto que la llamada “Estafa Maestra”.
POR ARTURO RODRÍGUEZ GARCÍA
COLABORADOR HERALDO RADIO
@ARTURO_RDGZ
MAAZ