Conocí a Paloma Sánchez-Garnica y a Julia Navarro. Vi a mujeres y hombres cuestionando el contenido de los libros que hablaban sobre género, desigualdad y machismo. Me fascinó escuchar sus discusiones a lo lejos. Siempre he pensado que, si no se cuestiona, es imposible vivir con creencias genuinas. También estuvo presente Carmen Mola. La autora que ganó el Premio Planeta 2022. Quien en realidad no es una mujer, sino tres hombres que decidieron usar un seudónimo para firmar su trabajo. Cuando salió esto a la luz, se decía que los escritores decidieron hacerlo porque hoy en día, las mujeres venden más que los hombres. Y aunque después ellos aclararon que nunca lo hicieron por estrategia de marketing, su caso sacó datos interesantes sobre la industria literaria.
Según información de la consultora Growth From Knowledge (GFK), empleada por las editoriales para monitorear el mercado, actualmente las autoras venden más que los autores. De hecho, el año pasado, seis de los siete primeros puestos en la lista de libros más vendidos, fueron escritos por mujeres.
Lo que esto sugiere es que las mujeres están ganando campo en el ámbito literario. Antes, muchas autoras se veían obligadas a firmar con seudónimos del género opuesto para publicar sus ideas. Hoy, están siendo escuchadas, compartiendo cuestionamientos con el mundo y abriendo conversaciones. Sin embargo, existe una parte de la liberación femenina que aún se encuentra en pañales.
La semana pasada se cumplió un año de la muerte de Andrea. Caí en la cuenta de esto cuando leí el emotivo mensaje que publicaron sus amigas: “Hoy por fin entendemos que te fuiste para abrirnos los ojos”.
Andrea era una mujer de 22 años que murió a causa de tomar pastillas para adelgazar. No la conocí, pero me enteré de su historia a través de un perfil en redes sociales que se creó en su honor (@lahuelladeandrea). Hasta cierto grado, entiendo lo que ella sentía. Porque todas las mujeres sabemos lo que es vivir bajo la sombra del descontento normativo al vernos al espejo. Conocemos la sensación de ser aplastadas por el ruido externo que nos enseña a no querernos, tal cual.
Según Forbes México, en los últimos 20 años, los desórdenes alimenticios aumentaron 300 por ciento en el país, y cada año se registran cerca de 20,000 casos de anorexia y bulimia, siendo la población de entre 15 y 19 años de edad la más afectada. ¿Cuándo vamos a parar? ¿Cuántas mujeres deben vivir infiernos para que nos demos cuenta de que debemos poner un alto?
Porque cada vez que opinamos sobre el cuerpo de alguien, o juzgamos a una mujer por su aspecto, agregamos leña al fuego. Luchamos tanto por nuestra libertad sin darnos cuenta de que muchas veces somos nosotras las que no nos dejamos ser. De nada sirve avanzar en el campo profesional si no derribamos las barreras que nos impiden apreciar y querer lo más importante de todo, a nosotras mismas. Debemos habitarnos y cuidar lo que decimos, pensamos, y a quién escuchamos. Bien dijo la novelista italiana, Elena Ferrante: “Palabras: con ellas puedes hacer y deshacer lo que quieras".
Por María Milo
BLOG: www.mariamilo.mx
Ig: @mariaamilo
MAAZ