Columna invitada

Los cafés

Llegó la modernidad y de aquellos cafés sólo la nostalgia queda, paulatinamente han desparecido, por el reloj Chino y Garibaldi se situaban algunos

Los cafés
Rubén Martínez Cisneros / Colaborador / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Ya fuera sentados en la barra o bien en bancas de madera de color verde o azul, algunas otras acojinadas, lo cierto es que los comensales disfrutaban su café con leche servidos en vasos de vidrio grueso con su infaltable cuchara en medio del vaso, acompañado de piezas de pan, los cuales estaban acomodados en pequeños cestos de mimbre o aluminio, era común esta escena en los cafés de la Ciudad de México.

La hora no interesaba, ya fuera por la mañana, a mediodía, por la noche o en la madrugada, se acudía acompañado de la familia, amigos, compañeros de trabajo, en donde charlaban de diversos temas en boga,  muchos de estos establecimientos ya desaparecieron de la escenografía capitalina, en donde se saboreaban exquisitos y aromáticos bisquets, conchas, niños envueltos, conchas.

El que fuera cronista de la Ciudad de México, don Salvador Novo, en su libro Cocina Mexicana, escribe “…se abrió en la calle de Tacuba el primer café. Los camareros se pararon a la puerta a invitar a los transeúntes a pasar a tomar café al estilo de Francia esto es endulzado y con leche”.

Asimismo, agrega Novo, “A fines del siglo pasado, muchos chinos llegaron a México en cocinas de los ferrocarriles y de las compañías petroleras, para sus campamentos. Los chinos abrieron cafés por los barrios, hacían el pan, distinto algunos de los bizcochos conocidos, bisquets, panqués”.

La descripción escrita por el autor de la Nueva Grandeza Mexicana, no tiene desperdicio, “La exhibición tentadora en el pequeño escaparate que reducía la puerta de entrada al café y preparaban un café espeso que las meseras adiposas servían a chorros simultáneos en el vaso grueso en el que el estoque hundido de una cuchara cancelaba él riesgo de que el vidrio fuera a estrellarse con el líquido hirviente”.

El escritor Marco Antonio Campos en su texto El café literario en Ciudad de México en los siglos XIX y XX, afirma que el primer café establecido en la calle de Tacuba bajo el nombre de Manrique, el segundo fue el de Medina, de acuerdo con La Gaceta de México (24 de septiembre de 1806) y agrega,  “Los cafés en México  —dice Clementina Díaz y de Obando en su magnífico libro  Los cafés en México en el siglo XIX — fueron, desde sus inicios, espacios de reunión, de conspiración política , de lectura de periódicos y peñas literarias”.

Don Guillermo Prieto, en Memorias de mis tiempos nos ofrece interesante información de aquellos cafés, entre ellos cita, Café del Sur, La Gran Sociedad ubicado en la esquina del Espíritu Santo hasta la calle de Coliseo, otro más que cita don Guillermo Prieto es, “El café Veroli, hoy café Inglés, hacía competencia a la Gran Sociedad”.

Llegó la modernidad y de aquellos cafés sólo la nostalgia queda, paulatinamente han desparecido, por el reloj Chino y Garibaldi se situaban algunos, entre ellos el desparecido Nueva Península, algunos subsisten ante los nuevos negocios, entre ellos La Blanca, El Popular en Cinco de Mayo o La Nacional en Rosales o Loon Chiy, en Mosqueta, para el disfrute de un café con leche y su respectivo bisquet.

POR RUBÉN MARTÍNEZ CISNEROS
COLABORADOR

MAAZ

 

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