TODOS SOMOS MÉXICO

Periodismo y democracia

En México, el siglo XXI ha estado marcado por los 150 comunicadores asesinados y 20 desaparecidos

OPINIÓN

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Mauricio Farah / Todos Somos México / Columna InvitadaCréditos: Especial

3 de mayo, Día Mundial de la Libertad de Prensa

La libre circulación de noticias y puntos de vista es el aire que las democracias respiran. Si no existe esa libertad o se le amordaza con la amenaza o la violencia, el aire se envenena, y democracia y libertad se debilitan a la par. En México el siglo XXI ha estado marcado por agresiones a la prensa, que tienen su expresión más amarga en los 150 periodistas asesinados y los más de 20 desaparecidos desde 2000 hasta la fecha. En su informe anual 2021, Artículo 19 da cuenta de que en ese año se registraron 644 agresiones contra la prensa, lo que equivale a una cada 14 horas.

La sucesión de estas agresiones es continua y va desde allanamientos, ataques a instalaciones u oficinas, intimidación, hostigamiento, amenazas, uso ilegítimo del poder público y vigilancia ilegal de comunicaciones hasta la desaparición o el homicidio. Los presuntos agresores, de acuerdo con el reporte, son tanto agentes del Estado como agentes no estatales. En el primer caso, son sobre todo servidores públicos y elementos de fuerzas de seguridad estatales; en el segundo, se trata de dirigentes o militantes de partidos políticos, integrantes del crimen organizado y particulares.

El pasmo en el que parece sumergirnos la reiteración de la violencia debe romperse para dar paso a una conciencia colectiva despierta y activa. Ninguna violencia, y menos la reiterada, debe ser normalizada. Los ataques a periodistas lastiman a personas concretas y por extensión a sus familias, sus compañeros, sus medios y en general, su círculo social. 
Y, a la vez, dañan valores que debieran permanecer incólumes , porque pertenecen a toda la sociedad , y son indispensables para la democracia, como la libertad de expresión y el derecho a la información.

En este punto, lo que se pone en riesgo es la democracia misma, porque ésta y la libertad de prensa, y en su sentido más amplio, la libertad de expresión, dependen una de la otra: sin democracia no hay libertad de prensa y sin libertad de prensa no hay democracia.

Por ello, lo primero que hace un régimen totalitario es imponer silencio a los medios críticos y tratar de uniformar la información, en el entendido de que si la información es la misma el pensamiento se uniformará también.

La libertad de prensa, por tanto, implica no sólo que medios y periodistas puedan publicar con libertad informaciones y opiniones, con los límites que la ley establece, sino que además la diversidad resultante da lugar a la pluralidad, otro pilar del régimen democrático.

La pluralidad, como la libertad de prensa, es sustento y producto de la democracia.

En consecuencia, si como país no ponemos un alto a esta imposición de la brutalidad de la violencia sobre nuestras libertades y derechos, estaremos aceptando que unos cuantos, dispuestos a callar de cualquier forma a algunos de nosotros, terminen por silenciarnos a todos.

POR MAURICIO FARAH
SECRETARIO GENERAL DE SERVICIOS ADMINISTRATIVOS DEL SENADO Y ESPECIALISTA EN DERECHOS HUMANOS
@MFARAHG

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