PASIÓN POR CORRER

Entre Debanhi y las 8 de Boston: unirnos contra la violencia

Se me ocurre que el grito enojado y la exigencia de justicia, de mujeres que este fin de semana salieron a las calles de Monterrey, de la Ciudad de México y de otros estados

OPINIÓN

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Rossana Ayala / Pasión por Correr / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Como muchos mexicanos, pero también como madre, me consternó y dolió la noticia de la trágica desaparición y muerte de Debanhi Escobar, la joven de 18 años, cuyo feminicidio viene a confirmar que en este país ninguna mujer, joven o niña está segura y que, contra la ineficiencia e indolencia de las autoridades de todos los niveles y de la misma sociedad, siguen matando y desapareciendo a 11 mujeres cada día. ¿Qué hacer ante esta violencia irracional que nos tiene indignadas, enojadas, pero también aterradas de que nuestras hijas salgan a la calle, tomen un taxi o un Uber o simplemente quieran vivir?

Me siento impotente y frustrada de no tener una respuesta clara y puntual a esa pregunta. Se me ocurre que el grito enojado y la exigencia de justicia, de mujeres que este fin de semana salieron a las calles de Monterrey, de la Ciudad de México y de otros estados, es necesario y no puede parar, pero también es claro que las marchas femeninas y feministas, por más vistosas, multitudinarias y hasta violentas, no han logrado frenar ese cáncer que nos está corroyendo como sociedad y como país, llamado violencia feminicida y machismo.

 ¿Qué nos queda entonces cuando ni el Presidente de la República, ni los gobernadores, ni mucho menos los procuradores de justicia y fiscales han demostrado interés y comprensión para atacar y combatir este fenómeno de violencia hacia las mujeres y niñas mexicanas que seguimos siendo acosadas, discriminadas, abusadas, secuestradas y asesinadas sin que haya una estrategia nacional ni local, una sola política pública que realmente funcione para detener las violaciones, secuestros y asesinatos femeninos en nuestro país que en la inmensa mayoría de los casos, más del 95 por ciento quedan impunes?

Creo que junto con el coraje, la indignación y la exigencia permanente de justicia y de políticas de género para frenar esta violencia, debemos apelar a la unión y la fuerza de las mujeres mexicanas para enfrentar a los violadores y feminicidas. Si el problema es la impunidad con la que actúan estos asesinos hay que exponerlos y denunciarlos, y sobre todo fortalecer la educación y la solidaridad entre mujeres para cuidarnos, apoyarnos y no dejarnos solas en ninguna circunstancia.

Creo también firmemente en que la unión y sororidad entre mujeres es uno de los caminos y para ilustrarlo, hay un pasaje histórico, en la lucha feminista y del atletismo mundial, que lo ilustra. El Maratón de Boston se corre cada año desde 1897, pero no fue hasta 1972 que se permitió la participación de mujeres. Antes de esta fecha las mujeres se escondían entre los arbustos y, al escuchar el disparo de salida, empezaban a correr hacia la meta temerosas de que la organización las descubriera y las expulsara de la carrera.

 En 1967, Kathrine Switzer desafió a la organización inscribiéndose solo con sus iniciales para obtener un número, el 261, mientras corría fue descubierta y obligada a la fuerza a dejar la carrera, pero aún así la terminó. En 1972 la Asociación Atlética de Boston rectificó y abrió oficialmente la inscripción para todo el mundo, y ocho mujeres se inscribieron, junto a mil doscientos hombres. Estas ocho mujeres hicieron historia al ser las primeras en correr el maratón de Boston de manera oficial.

El pasado lunes 18 de abril se cumplieron 50 años de la primera participación oficial femenil. En el evento estuvieron presentes 5 de las llamadas “8 de Boston” y dos de ellas corrieron y cruzaron de nuevo la meta: Kathrine Switzer ahora con 70 años, y Valerie Rogosheske, de 75 años, quien participó junto a sus dos hijas.

Switzer corrió acompañada por integrantes de su fundación llamada 261 Fearless, una organización internacional y sin fines de lucro que busca alentar a las mujeres a asumir sus desafíos y a empoderarse, utilizando el correr como una trinchera y como una fuente de inspiración.

Veo a estas mujeres unidas para ayudar a tantas otras a empoderarse y pienso en Debanhi y en que si no hacemos algo como sociedad, como madres, hijas y hasta como funcionarias del gobierno, el país entero, como ya está ocurriendo, se convertirá en lo que alguna vez fue Ciudad Juárez para México y el mundo: un lugar en donde ser mujer y salir a la calle era sinónimo de muerte y desaparición.

Coincido con muchas otras mujeres en que no nos queda más que unirnos, cuidarnos unas a otras, rechazar y callar a esas voces malvadas que nos culpan por ser libres, debemos buscar y encontrar distintas maneras de empoderarnos como la educación y la información. Mientras la misoginia, el machismo, el sexismo y la impunidad prevalezcan en nuestros gobiernos y sociedad, lo mucho o poco que nos queda es luchar cada quien desde sus hogares, escuelas, trabajos y círculos de amistades; denunciar una y otra vez a los agresores y exigir hasta el cansancio a las autoridades hasta que hagan algo, en todo lugar y en todo momento.

POR ROSSANA AYALA
AYALA.ROSS@GMAIL.COM
@AYALAROSS1

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