Las peores prácticas del caciquismo sindical, gansteril y charro, se patentan en los gremios que agrupan a trabajadores al servicio del Estado: exclusión de liderazgos emergentes mediante el clientelismo, persecución política, amenazas y hostigamientos que dan cuenta de la insuperable indefención de los trabajadores.
Si bien, la reforma laboral empieza a generar algunos cambios en la democracia sindical para los trabajadores del sector privado, los del apartado B, es decir, aquellos trabajadores de gobierno y empresas públicas, padecen los lastres del viejo corportivismo, mimetizado y acomodaticio de todos los tiempos, inclusive de estos en los que la “transformación” discursiva hace blandir la esperanza de moralizar la vida pública.
Hace apenas unas semanas, el accidentado proceso de renovación de dirigencia en el sindicato petrolero evidenció que, aun con la postura presidencial de no intervenir, la simulación democrática se mantuvo con el encumbramiento de Ricardo Aldana, quien obtuvo 70% de los votos, validados por la Secretaría del Trabajo aunque impugnados por los disidentes en la vía constitucional.
Asunto de conveniencia. Con las aspiraciones de lopezobradoristas, hombres y mujeres integrantes de ese gremio, no había garantía de mantener la estabilidad en el sector prioritario para el gobierno y su alta apuesta por la industria petrolera.
Más valió mantener ahí a quienes han incurrido en las prácticas que el propio presidente dice detestar como lo es el desvío de fondos para campañas electorales, como el llamado “Pemexgate” del 2000, en el que Aldana tuvo papel estelar como tesorero que era del comité dirigido por Carlos Romero Deschamps.
La nueva dirigencia de Aldana materializa esa expresión tan usada por López Obrador: simulación, aparentar un cambio para que todo siga igual. Y sí, también es la extensión de un cacicazgo que carga entre sus deudas la desaparición de 35 patroleros de Cadereyta, denunciada en su oportunidad por la reciente y lamentablemente fallecida, doña Rosario Ibarra de Piedra.
Subsiste, con bajo perfil y escaso escrutinio, la dirigencia charril de Alfonso Cepeda Salas en el magisterio, y la de Víctor Fuentes, el dirigente del Suterm, tan plegado a la gestión Bertlett en la CFE, es decir, a la patronal.
Sobrino de Leonardo Rodríguez Alcaine, cacique del Suterm y relevo de Fidel Velázquez en la CTM, Fuentes heredó la dirigencia en 2005. Acumula hoy denuncias por acoso sexual y por las persecuciones a los disidentes internos como Víctor Carreto, por la osadía de reclamar el secuestro de cuotas, los despidos masivos y preparar, firme en la tradición hereditaria, a su sobrino Efrén Fuentes como relevo.
Nadie lo molesta porque de algo sirve apoyar públicamente las políticas gubernamentales y la reforma eléctrica que el pasado fin de semana naufragó, del mismo modo que la democracia sindical en la 4T.
Postada:
Este martes, un Colegio de Bachilleres en Saltillo Coahuila será inaugurado y llevará por nombre Arturo Berrueto González. Profesor, liberal de vieja escuela, y como su padre don Federico, siendo priísta fue protector de Santos Valdez y otros refugiados de las izquierdas históricas, ha destacado como historiador, biógrafo y estudioso de momentos importantísimos de la nación.
Merecido el homenaje al profesor Berrueto, de cuya amplia obra destaco sus trabajos por un acto de patriotismo y otro de auténtica traición a la patria sucedidos el mismo 4 de septiembre de 1864:
El primero, su relato vibrante sobre el grupo de labriegos que resguardó el Archivo General de la Nación en la Cueva del Tabaco en Matamoros Coahuila; el segundo, el libro “Juárez y Vidaurri”, donde recupera la traición del gobernador de Nuevo León, Santiago Vidaurri, quien en la mencionada fecha se declaró partidario del Imperio.
POR ARTURO RODRÍGUEZ GARCÍA
COLABORADOR HERALDO RADIO
@ARTURO_RDGZ
MAAZ