LA NUEVA ANORMALIDAD

Nos los dijo un pajarito (otra vez)

"La gente" no está en Twitter. Y las cifras lo validan: con sus 217 millones de usuarios activos diarios, no alcanza la mitad del tamaño de Instagram y apenas poco más del 10 por ciento del de Facebook

OPINIÓN

·
Nicolás Alvarado / La Nueva Anormalidad / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Dirijo una pequeña empresa que ofrece servicios de comunicación lo mismo al sector privado que al público; aun si no nos dedicamos al marketing digital, las redes sociales constituyen factor toral de nuestro trabajo.

Llama la atención la diferencia en la importancia que acuerdan a las distintas redes clientes privados y públicos: los primeros manifiestan interés prioritario por Instagram, seguido de Facebook si se dirigen a un público de mayor edad, o de TikTok si es a uno más joven, y conceden poca importancia a Twitter, conservándola como canal para quejas y posicionamientos, a lo sumo; quienes trabajan en la esfera pública, por el contrario –y más quienes tienen actividad política–, hacen de Twitter su red prioritaria, al punto de no mantener sino interés distante por lo que publican en las otras y lo que ahí transcurre.

Suelo insistir en no poner todos los huevos en la canasta de Twitter con el argumento de que “la gente” no está ahí. Y las cifras lo validan: con sus 217 millones de usuarios activos diarios, no alcanza la mitad del tamaño de Instagram (con 500 millones) y apenas poco más del 10 por ciento del de Facebook (con mil 929 millones).

Ello, sin embargo, no significa que no sea importante: es la red principal para la información noticiosa, la opinión política y el activismo social, en virtud de un diseño que privilegia la inmediatez y el debate (cuando no de plano la violencia verbal, lo que la hace también más susceptible a bots): es, pues, indispensable para quien pretenda participar, si no de la discusión pública misma, sí de su vertiente más cotidiana y apasionada.

Twitter tenía prácticas de moderación muy laxas hasta que Donald Trump la hizo piedra angular de su última (e ilegal) estrategia poselectoral. Aun cuando a partir de ello ha tomado medidas, lejos está de contar con un órgano de moderación independiente como el Oversight Board de Facebook e Instagram. Dicho de otro modo, de las tres principales redes es la más libre, pero también la menos responsable.

El tema vuelve a ser pertinente ahora que el empresario Elon Musk –usuario cotidiano de Twitter conocido por su talante provocador y su desdén de las buenas prácticas bursátiles de comunicación– amenaza con hacerse del control de esta red para que sus usuarios puedan “hablar con libertad” en ella.

El destino de esa oferta económica será decidido en su ámbito. Con independencia de su resultado, revive la necesidad de discutir los mecanismos de regulación de las redes, y de recordar que difícilmente será suficiente la autorregulación, pero que tampoco es deseable su control por parte de los Estados nación. La interpelación directa y clara es al derecho internacional, y también a la sociedad civil.

Hemos tardado en responder a ella porque –¡ay!– nos hemos tomado poca molestia en pensarla.

POR NICOLÁS ALVARADO
COLABORADOR
@NICOLASALVARADOLECTOR

CAR

 

SEGUIR LEYENDO: 

Willkommen

El cubrebocas no es un accesorio

¿Cuándo se acaba la pandemia? (¿O ya se acabó?)