NUEVOS ENTORNOS

Salud, crisis humanitarias y desplazamientos regionales

La región mesoamericana es consciente de los riesgos crecientes de COVID-19 ante el aumento de casos en otras regiones del mundo

OPINIÓN

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Guadalupe González / Nuevos Entornos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La salud es una especie de vitrina en el que se observa cómo convergen otras agendas, como la del desplazamiento involuntario, el acceso a una calidad de vida digna, o el alcance del objetivo mundial principal, salud para todos. Asequible y sin exclusión. Esto lo ha recordado la directora de la Organización Panamericana de Salud (OPS) por el Día Mundial de la Salud.

Por el momento la región mesoamericana es consciente de los riesgos crecientes de COVID-19 ante el aumento de casos en otras regiones del mundo. Quedan millones de personas sin vacunar o en espera de las dosis de refuerzo, según el país de que se trate.

Se añaden otras condiciones como el exponencial desplazamiento de personas, familias, en algunos casos de comunidades enteras por diferentes causas, naturales, de origen humano o de carácter combinado como las crisis humanitarias, el desplazamiento involuntario.

En días recientes, desde Panamá, se alerta que los desplazamientos en cruces peligrosos de la región del Tapón del Darién han aumentado al igual que en otros lugares de riesgo en América Latina y El Caribe, en donde se calcula que más de 42,7 millones de personas viven fuera de su país de origen, según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.

Sólo hace unos pocos días se conoce que 2,500 personas de diversas nacionalidades han cruzado por esa región en menos de tres meses en número equiparable al registrado para el año pasado, según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados y la Organización Internacional de las Migraciones.

Más voces se unifican cada vez para demandar una atención regional al fenómeno con la cobertura geográfica adecuada. Porque es claro que los modelos bilaterales o parciales no están dando resultados para la dimensión del fenómeno, desde México hasta Colombia y el resto de la región del Caribe.

Se llega incluso a la cooperación entre organismos internacionales como ACNUR y líneas aéreas latinoamericanas como LATAM para el transporte gratuito y de carga a refugiados en el mundo, pero se alerta que Colombia está llegando a límites en sus capacidades de recepción.

América Latina y El Caribe ha sido, seguirá siendo un espacio de acogida en el plano regional, receptora siempre de las consecuencias de las crisis y conflictos en el resto del mundo. Lo ha sido por siglos, lo seguirá siendo. Por lo pronto se analizan experiencias y dificultades, se intercambian experiencias con otras regiones, que solo con solidaridad y cooperación pueden resolverse.

Pronto será necesario algún tipo de espacio para dialogar sobre estos asuntos con miradas cosmopolitas sobre esta agenda pública cada vez más local, pero que sólo se puede abordar incorporando los componentes interregionales, porque así es como ocurren esos fenómenos también.

El asunto está en todas las agendas entre vecinos desde el Polo Norte, hasta el Polo Sur. Desde Alaska, Yukón, los Territorios del Noroeste, Nunavut, Terranova y Labrador, Quebec y Nueva Escocia, hasta la Patagonia. En las franjas interoceánicas con mayor dinamismo, como ocurre en la región Mesoamericana.

POR GUADALUPE GONZÁLEZ

@GuadalupeGonzCh

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