Ante la conducta ilegal del Presidente y los suyos obligando votos por su ratificación, lo mejor es no votar. Los ciudadanos también expresamos nuestra opinión con los pies. En este caso, será dejando las urnas vacías, sin nuestro voto. Si de los 93,6 millones de inscritos en el padrón electoral, el 80% o más no acudimos a votar, ¿qué mejor encuesta puede existir sobre la falsa popularidad del Presidente?
La verdadera revocación de su mandato se confirmará con una baja afluencia de votantes a las urnas. Quienes no votemos hoy en este ejercicio manipulado por el gobierno habremos sido los verdaderos rebeldes con causa. Nuestra causa rebelde de no caer bajo la influencia de la propaganda oficial que busca prolongar el mandato presidencial de López Obrador muchos años más allá del 2024.
El Presidente, su gabinete, los legisladores y gobernadores morenistas: todos han incurrido en actos ilegales para promover públicamente el voto innecesario de ratificación de López Obrador. Todos ellos, sin excepción, saben que esas expresiones son estrictamente prohibidas por la ley que rige la elección. También han utilizado, ilegalmente, incalculables cantidades de recursos públicos para producir propaganda impresa y en la compra de espectaculares alrededor de todo el país. Han dispuesto a miles de funcionarios públicos, fingiendo ser ciudadanos “libres”, para cruzar las calles y avenidas de la república repartiendo folletos y volantes llamando a votar por López Obrador y colocando carteles en todas las paredes y postes que encuentran en su camino.
Además, utilizaron los archivos oficiales de beneficiarios de programas sociales y sus datos personales para justificar, ante el INE, que más de 10 millones de ciudadanos “libremente” solicitaban la realización de la elección de Revocación de Mandato, bajo la modalidad de ratificación del Presidente. Y, como acto final del cierre del operativo de Estado, hoy están organizados para obligar a esos beneficiarios a salir en masa a votar por López Obrador, con la amenaza de perder sus beneficios si no lo hacen.
Con la votación de hoy pretenden el cierre del círculo perverso de la operación de Estado para determinar, de una vez por todas, el futuro del país, hacia y después de 2024, con Morena en el poder y López Obrador ejerciendo el poder del maximato, indefinidamente.
Confío en que los resultados de la elección mostrarán que el país no quiere ser capturado por una mafia poderosa, pero corrupta y sin legitimidad. La alianza que López Obrador está tratando de construir entre las armas del país, las de las Fuerzas Armadas junto con el poderío de fuego del narcotráfico, amenaza con imponer al país un régimen político de gobierno violento, antidemocrático y autoritario. López Obrador se perfila como el nuevo Victoriano Huerta, pero con un grado de perversidad que deja a éste como alumno de párvulo. No tiene que matar a un nuevo Madero; con destruir las instituciones democráticas del Estado es suficiente.
No acudir a votar hoy, y ser parte de las filas de una mayoría de mexicanos que NO iremos a las urnas es ponerse de lado de los defensores de un México democrático, con libertades y en paz. En cambio, acudir a votar equivale a sumarse a los números de los apoyadores de López Obrador (incluso aún votando por la revocación del Presidente: es ser un dato más cuando las cantidades cuentan) y es ponerse, objetivamente, del lado de la corrupción, el engaño y la infamia, además de ser una traición a los valores de pluralidad que han hecho de México un referente para el resto de América Latina y el mundo. Perder eso es perder nuestra esencia como nación.
Lo que acontezca hoy definirá en mucho lo que sucederá en nuestro futuro como sociedad y nación. A veces es necesario votar; en otras ocasiones es necesario protestar en las calles. En ésta ocasión la situación exige nuestra masiva abstención como muestra de que el silencio puede más que el alboroto infernal del oficialismo y su cúmulo de corrupción, ilegalidades y atrocidades.
Nuestro abandono de las urnas logra lo que ninguna otra cosa: descubre y evidencia la ilegitimidad del proceso en su conjunto. Y esa ilegitimidad tiene que ver con, y también es producto de, la ilegalidad con la que se ha conducido el Presidente y los suyos a lo largo del proceso. Violentar la Constitución le está haciendo un gigantesco daño a México. Ignorar arrogantemente la ley, escondiéndose tras un escudo de impunidad, revela que es difícil considerar a Morena como parte de la comunidad plural y tolerante a la diversidad a la que aspira ser el México moderno.
La elección de renovación de Mandato carece de toda legitimidad y credibilidad. Qué haremos con esas conductas ilegales será parte de la historia de México que viene en un plazo breve. De eso no tengan la menor duda.
POR RICARDO PASCOE
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MAAZ