No siempre puede ser el amor romántico el que se nos atraviesa para escapar de lo cotidiano, también existen amores entrañables de amistades que te recuerdan que hay que vivir la vida con ilusión como si fuera tu primera vez, y con intensidad, como si fuera tu último día.
Mi escapada de este mes fue a la ciudad del pecado. Debo decir que en otras ocasiones claro que ha sido un lugar mágico para irte de romántica y tener aventuras; es que Las Vegas es esa ciudad que parece tener un imán de atracciones, para mantenerte despierto por días.
Aún en pandemia sigue siempre activa, las mesas de juego son una invitación abierta a dejar ahí tu quincena con la esperanza de triplicarla. Y el ding ding de las maquinitas que, cada vez son más llamativas, de miniseries o películas, pero que se han vuelto tan complejas que nunca sabes con qué ganas y con qué cling se te fue todo tu dinero. Creo que soy de la vieja escuela… me siguen gustando las que tienen cerezas y los sietes, con eso es clarísimo darte cuenta si ganas o pierdes.
Me fui con una de mis mejores amigas combinando trabajo y recreación.
Es imperdible el famosísimo Joe´s para degustar las manos de cangrejo que se te deshacen en la boca, o probar nuevas aventuras culinarias como el Hot Pot, donde hemos reído y disfrutado sin parar de una experiencia diferente en donde te llevan todo tipo de proteína y vegetales, para que te prepares tu caldo con especias. Si pides el spicey, prepárate para la enchilada de tu vida.
Pero este viaje dio un giro muy interesante, teníamos boletos para ver a una cantante reconocida, la cual canceló en una triste historia de redes sociales por la pandemia. Decidimos que necesitábamos naturaleza y salir de todo ese ruido, así que rentamos un auto y nos dirigimos a Arizona, en un viaje con paisajes típicos desérticos del oeste de Estados Unidos, yo amo los roadtrips, porque es ahí cuando puedes disfrutar de buena música, pláticas profundas y gozar de la compañía de la persona con la que vas.
Nuestra idea era conocer el famosísimo cañón Antelope, así que nos fuimos con tiempo, pero jamás contamos con el cambio de horario y al llegar ya no había tours, por suerte los mismos nativos de la región nos dieron otros tips de lugares y acabamos en un lugar bellísimo que nos dejó sin aliento, el Lake Powell y el escenario de Horseshoe Bend, este es un sinuoso meandro que hace el Río Colorado entre cañones.
La vista es impresionante y su naturaleza te recuerda lo pequeño que eres comparado a la grandeza de esas rocas que te envuelven en un espacio de inspiración que el mundo aún ofrece.
Lo que era un viaje de trabajo, ruido y luces, terminó siendo un espacio de conexión y amor con mi amiga. Fue un momento para compartir, disfrutar, reír, gritar, llorar y cantar.
Es increíble lo que un viaje en carretera puede darte: libertad de todo aquello que te frustra, porque no hay nada como el aire entrando por la ventana revolviéndote el pelo para dejarte ir y ser tú con toda tu esencia. Ese es el mejor romance, hacia uno mismo, y con los que te rodean.
POR ADRIANA AZUARA
@ADRYAZUARA
MAAZ