DESDE AFUERA

Ucrania, ¿hacia un nuevo desorden internacional?

Una invasión rusa sería una prueba de la nueva fuerza de Moscú, pero también de que el mundo entra en una época donde la siempre relativa legitimidad internacional esté abiertamente sujeta a los intereses de las potencias

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de México
José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La posibilidad de que Rusia declare la guerra e invada Ucrania quita el sueño a muchos, correctamente.

Sería probablemente la más significativa ruptura del orden internacional creado después de la Segunda Guerra Mundial y que en alguna medida fue respaldado por un acuerdo garantizado sobre todo por la potencia militar y económica estadounidense.

La invasión sería, en gran medida, una señal de que ese orden está por lo menos en disolución, si no roto.

Pero una abierta intervención militar rusa en Ucrania sería más que eso.

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Para Moscú, la guerra en Ucrania sería asegurar un flanco desprotegido en su área de influencia geopolítica y la recuperación, así sea parcial y por la fuerza, de una región, o un país, al que consideran parte de Rusia.

Más aún, desde su óptica sería de un conflicto provocado por la presencia de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), a la que considera como una amenaza en sus fronteras.

Igualmente, sería un gran paso reconstruir el "cinturón de seguridad" alrededor del territorio ruso. Y esa consideración no tiene que ver más que con necesidades geopolíticas rusas.

Pero es sobre todo, una prueba de fuerza, de que Rusia es otra vez una potencia a la que hay que considerar en la política mundial. Y los primeros receptores de su mensaje son los países europeos, sea fronterizos –como Polonia–, o antiguos miembros de la Unión Soviética como las naciones bálticas, parte ahora de la OTAN.

Las potencias occidentales, a comenzar por Alemania, son también receptores primarios del aviso. Los países europeos dependen en parte de los recursos naturales rusos, en especial gas, y no están preparados para prescindir de ellos.

Ucrania no es parte de la OTAN, pero sus actuales dirigentes querrían que lo fuera, sobre todo por el factor de disuasión militar que creen tendría un pacto de defensa común con los países de Europa y los Estados Unidos.

Para ellos, un ejemplo de esa necesidad ocurrió hace apenas ocho años, cuando Rusia patrocinó la separación de la península de Crimea, que luego se incorporó a Rusia como una "república federada".

Pero los ucranianos se ven casi solos en esta situación. Sí, han recibido expresiones de solidaridad y preocupación, ha ocurrido el envío de armas e instructores militares para ayudar a consolidar sus defensas y elevar el costo económico, material y humano de una invasión.

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Pero no mucho más.

Unos Estados Unidos hoy políticamente divididos y envueltos en polémicas internas que incluyen su papel en el mundo, son renuentes a enviar tropas a Ucrania, que no consideran como de valor estratégico primario, y menos después de la debacle en que se convirtió su retirada de Afganistán, en agosto del año pasado.

Una invasión rusa sería una prueba de la nueva fuerza de Moscú, pero también de que el mundo entra en una época donde la siempre relativa legitimidad internacional esté abiertamente sujeta a los intereses de las potencias.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM 
@CARRENOJOSE1

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