En lo que algunos consideran un intento de cambiar la conversación pública, otros de poner más obstáculos a la presunta candidatura presidencial de Marcelo Ebrard y algunos otros una nueva expresión de su aparente irritación con España, el presidente Andrés Manuel López Obrador declaró el miércoles que desearía "una pausa" en la relación con ese país.
Pero haya sido lo que fuera, pone de relieve la indiferencia del mandatario a la política exterior, sus fórmulas y su impacto.
En el caso de la "pausa" señalada, bien podría durar hasta el final de su gobierno, según sugirió López Obrador. Pero nadie está seguro de qué quiso decir.
El concepto de "pausa" no existe en relaciones diplomáticas y el canciller español, José Manuel Albares, se dijo sorprendido. Afirmó que no había recibido notificación alguna del gobierno mexicano.
López Obrador recordó la que calificó como complicidad de empresas españolas con gobiernos anteriores para saquear el país y por ello habló de “una pausa para respetarnos y que no nos vean como tierra de conquista".
Agregó: "Queremos tener buenas relaciones con todos los gobiernos del mundo, pero no queremos que nos roben, así como los españoles no quieren que les roben de ningún país. Y hacen bien. Pues tampoco queremos nosotros”.
Pero la declaración del mandatario parece crear un nuevo bache en las relaciones internacionales de México, luego del infortunado exabrupto presidencial de hace una semana respecto a la posición panameña sobre el embajador designado, Pedro Salmerón, su queja respecto al "egoísmo" del gobierno austriaco por declinar prestar el llamado "Penacho de Moctezuma" y su pública molestia por el apoyo económico oficial estadounidense a grupos no-gubernamentales críticos de su gobierno.
Los señalamientos de AMLO añaden al desconcierto sobre la política exterior de México y en especial a su relación con los países de donde provienen las mayores inversiones, en específico Estados Unidos y España.
El hecho es que una parte de las especulaciones se refiere a la presunta intención de crearle problemas a Ebrard, un aspirante a la candidatura presidencial en 2024 y que hace sólo una semana, en Tegucigalpa, recibió de Albares la comunicación de que España había otorgado el pláceme necesario para recibir al debatido exgobernador Quirino Ordaz como embajador.
Pero el tema va más allá. Hay otros países con inversiones en México que no saben cómo interpretar declaraciones que a veces parecen surgir de la nada o a propósito de nada, pero pueden sembrar el germen de un conflicto.
Aún se recuerdan declaraciones en las que habló de la necesidad de fortalecer Norteamérica y enfrentar la competencia china. Y eso se traduce igualmente en cuestionamientos sobre la confiabilidad de México como socio económico para recibir inversiones.
Pero la verdad sea dicha, a querer o no, López Obrador es el jefe de la diplomacia mexicana y el intérprete último de la doctrina de política exterior de México.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
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