Hace unos días, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, hizo una visita oficial a Turquía de casi una semana, desde donde se desplazó a Emiratos Árabes Unidos. Bukele quiere diversificar las relaciones económicas para reducir la dependencia de su tradicional aliado, Estados Unidos, con quien ha tenido tensiones notables, tras la aprobación de sanciones contra miembros del ejecutivo salvadoreño y el retorno de las políticas de prevención en el "Triángulo Norte" en materias como el tráfico de drogas y personas, las armas y la migración.
Con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, Bukele firmó acuerdos de cooperación bilateral en economía, comercio, defensa, diplomacia y educación. Se habló de proyectos de inversión de empresas turcas en los puertos salvadoreños, también en el sector turístico y de energía (con la construcción de una planta geotérmica); revisaron la posibilidad de venta de drones armados e incluso, aventuró Bukele, la del "lanzamiento del primer satélite salvadoreño, con tecnología turca".
Erdogan, por su parte, prometió devolver la visita oficial y abrir una legación diplomática en San Salvador, y ayudar a convertir el país "en un centro logístico regional". El Salvador ya ha instalado su embajada en Ankara en 2020.
Por su parte, la semana pasada Turquía prometió a Kiev una oferta de mediación que se sume a las iniciativas diplomáticas lanzadas por los europeos para evitar un conflicto armado entre Rusia y Ucrania.
El líder turco utiliza su pertenencia a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) –desde 1952– y sus buenas relaciones con Kiev, con quien acaba de firmar un tratado de libre comercio. Ankara apoya la membresía de Kiev en la OTAN y se ha opuesto firmemente a la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014, en nombre de la protección de su minoría tártara de habla turca.
Moscú de su lado acusa a Ankara de haber proporcionado a Kiev drones armados, que luego se emplearon contra los separatistas prorrusos en el este de Ucrania. Con todo, las relaciones ruso-turcas habían mejorado últimamente; su acercamiento desde 2016 facilitó la adquisición, por parte de Ankara, de sistemas rusos de defensa antimisiles S-400, a pesar de las sanciones impuestas por Washington. Turquía marcha, pues, por una línea delgada, pues Rusia puede dañar intereses turcos en Siria o complicarle el comercio.
Los sueños de grandeza de mandatarios autoritarios se topan con la realidad. Turquía padece una crisis económica sin precedentes, marcada por devaluación de más de 45% de la lira frente al dólar. Y El Salvador mira la caída libre de las criptomonedas con las que Bukele pretendía convertir a su país en "la Singapur de América Latina". Castillos de aire que lleva el aire.
POR MARTA TAWIL
*Investigadora de El Colmex
MAAZ