LA NUEVA ANORMALIDAD

El feminismo es también un humanismo

La agenda feminista puede y debe trascender los problemas de las mujeres; además, va más allá de lo anatómico

OPINIÓN

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Nicolás Alvarado / La Nueva Anormalidad / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

“Humanismo” no es palabra que goce de las mejores credenciales en este momento y lugar. Acaso por ello la pregunta de si el feminismo no debería ser también un humanismo –formulada por un asistente al panel dedicado al movimiento #MeToo en el coloquio De Muro a Muro de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara– fue recibida con escepticismo por los integrantes de la mesa: el filósofo Gilles Lipovetsky, el escritor Maruán Soto Antaki y la socióloga Luz Ángela Cardona.

Al terminar la sesión, me acerqué al hombre que propuso tal idea y le respondí que, a diferencia de los panelistas, yo estaba en total acuerdo con ella y argumentaría en este espacio por qué.

Maruán argumentó que no toda corriente de pensamiento o de acción política está obligada a ocuparse de todos los problemas de interés público. Y tiene razón. Sin embargo, en el caso particular del feminismo, creo que su agenda puede y debe trascender los problemas de las mujeres. Y no sólo porque las políticas de la identidad nos han hecho comprender que mujer es quien se identifica como tal, haya nacido con vagina o no, sino porque, a fin de lograr una verdadera transformación social, es mi idea –y la de muchas y muchos que me anteceden– que el feminismo debe trascender lo anatómico.

Hubo un tiempo en que el feminismo era concebido como la cosmovisión de mujeres y hombres que estimaban urgente insertar toda una agenda de temas y causas en la esfera pública. A lo largo de siglos, el amor, la sexualidad, la familia, la pareja, las emociones fueron tenidas por pertenecientes a la esfera de lo femenino y por tanto ajenas no sólo al pensamiento filosófico sino al debate de ideas y las políticas públicas, lo que redundó en omisiones y prejuicios que a la fecha lastran nuestra convivencia.

Sé que ya no está de moda en el tiempo de las “colectivas” que se niegan a “interlocutar” con hombres y que nos prohíben acudir a manifestaciones, pero creo que la única manera de lidiar con el patriarcado no es “derribarlo” sino concebir un nuevo modelo de Estado y de sociedad en que lo que es concebido como “masculino” –lo jurídico, lo político, lo colectivo– revista la misma importancia y merezca la misma atención que aquello que agrupamos del lado de lo femenino –lo psicológico, lo sexual, lo personal.

En un ensayo seminal para el feminismo de la Segunda Ola, la activista estadounidense Carol Hanisch escribió que “lo personal es también político”. Es sólo a partir de esa orientación –en la legislación, en las políticas públicas, en la cultura toda– que podremos construir una sociedad en que, como apuntó a manera de conclusión Susan Crowley –la moderadora del panel en cuestión– el hashtag #MeToo haya perdido su actual significado por la mejor de las razones concebibles: por ya no ser necesario.

POR NICOLÁS ALVARADO
IG: @NICOLASALVARADOLECTOR

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