He recordado en estos días a Don Basilio, el profesor de música en El barbero de Sevilla, de Gioachino Rossini, cuando canta el aria La calunnia, ese vientecillo sutil que suavemente comienza a susurrar y luego va corriendo, va corriendo, / va zumbando, va zumbando; / en las orejas de la gente / se introduce hábilmente… Más tarde se propaga y se redobla / y produce una explosión / como un disparo de cañón.
He recordado esa famosa aria operística porque algo así ocurrió con la versión de que la iniciativa del presidente Andrés Manuel López Obrador proponía desaparecer al Instituto Nacional Electoral, cuando en realidad la propuesta es transformarlo. Al crecimiento de esa especie contribuyó el propio secretario de Gobernación, Adán López Hernández, quien hizo un desafortunado comentario coloquial: al INE “ya lo van a desaparecer los diputados”.
La exposición de motivos de la iniciativa -aunque se pudo frasear mejor- dice expresamente que “se plantea transformar la institucionalidad electoral al suprimir al INE y crear en su lugar el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas (INEC) como autoridad electoral independiente garantizando los principios rectores de la función electoral”, es decir el nuevo órgano conservaría características esenciales de su antecesor.
La supuesta desaparición del INE fue el motor de la marcha del domingo 13 de noviembre que concentró a cientos de miles de ciudadanos en decenas de ciudades. Hubo núcleos clasistas, pero también hubo miles de ciudadanos que realmente creen defender a un órgano con el cual simpatizan, en buena medida porque les provee una muy útil credencial.
Resulta evidente que el interés de los organizadores y de miles de marchistas era expresar su rechazo a las políticas de AMLO. La supuesta extinción del INE fue el “leit motiv” ideal que hallaron los adversarios del mandatario y en torno a esa falsedad desarrollaron una estrategia exitosa. El periodista Juan Becerra Acosta salió a la calle y, durante la marcha capitalina, entrevistó para Radio Fórmula a varios asistentes que, poco informados, se manifestaron en favor de la elección de consejeros y magistrados, de la reducción del financiamiento a partidos y de otros contenidos de la iniciativa de AMLO que presuntamente rechazaban. Aquí, una muestra: shorturl.at/oqsPV.
Fue curioso hallar entre los manifestantes y defensores del instituto a personajes que hace cinco años, en 2017, demandaban la renuncia de los consejeros del INE por considerar que estaban al servicio del gobierno y toleraron fraudulencias en los comicios de Coahuila y el Estado de México.
Así y todo, desde mi perspectiva, los marchistas ejercieron un derecho, el de discordar y manifestarse, y no deben ser sujetos de descalificación, menos aun desde la Jefatura del Estado. Son partidarios de un inmovilismo sintetizado en la consigna de “El INE no se toca”, pero tienen derecho a no compartir la visión de quienes desde hace lustros pensamos en la evolución de órganos y prácticas comiciales, una evolución que los inmovilistas consideran regresión.
PLUS ONLINE: Opciones para un plan B
Las disposiciones electorales contenidas en la Constitución son tan extensas, complejas y barrocas que legislar al margen de ellas implicaría una violación masiva a la carta magna. Por ello, el plan B esbozado en un primer momento por AMLO, basado en reformas legales y no constitucionales, es inviable. El Presidente reconoció después que sus posibilidades de reformas legales son muy limitadas.
Sin embargo, hay caminos que podrían explorarse para preservar los contenidos sustantivos de la iniciativa presidencial. Anoto algunas posibilidades:
1) Negociar y conservar el principal contenido de la iniciativa presidencial: la desaparición de legisladores de mayoría relativa y su conversión en diputados y senadores de representación proporcional.
2)Conservar la totalidad de la propuesta presidencial, pero aplazar su entrada en vigor para una fecha posterior a los comicios de 2024. Negociar la reducción del financiamiento público a partidos políticos, en términos menos drásticos que los contenidos en la iniciativa.
3) En cualquier caso, garantizar expresamente la autonomía del órgano electoral (INE o INEC) y agregar que el padrón electoral, la lista nominal y la credencial para votar son de la competencia de éste.
4)Debatir y negociar la implantación de la segunda vuelta en la elección presidencial, que es una demanda de la oposición.
Por supuesto, otros puntos B podrían agregarse a esta lista, que no pretende ser exhaustiva.
POR EDUARDO R. HUCHIM
COLABORADOR
@EDUARDORHUCHIM / omniacolumna@gmail.com
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