Hoy inicia la resistencia popular, masiva y organizada al desgobierno de López Obrador en todo México. Este día, con marchas en más de 30 ciudades del país y en Los Ángeles, California y Barcelona, millones de mexicanas y mexicanos expresamos con voz y pies que existe una visión alternativa de país, contraria a ese Frankenstein que ofrece AMLO y Morena como ruta hacia el futuro. Nuestra alternativa a la monótona y autoritaria voz morenista es la fidelidad a los principios de la Constitución, con democracia en pluralidad y tolerancia. Sumaremos la fuerza necesaria para reconstruir al país después de los efectos devastadores de la bola destructora de la 4T.
La marcha de hoy es apenas un paso inicial al arduo proceso de organización de miles de agrupaciones ciudadanas, junto con los partidos políticos de oposición, sindicatos, movimientos agrarios, estudiantiles, feministas y organizaciones de la diversidad sexual para articular la resistencia del pueblo a los intentos de imponer la voluntad de un solo hombre. Se debe articular la capacidad organizativa y política para ganar las próximas elecciones, en paz y con contundencia.
México tiene en la silla del águila a un gobernante que, electo democráticamente, rige los destinos del país como autócrata, misógino y déspota. No discute ni convence. Impone y aplasta al que se deja. El presupuesto de egresos que presentó al Congreso no admitió ni discusión ni cambio alguno. No aceptó ni el agregado de una coma. Y así ha sido durante los últimos cuatro años. Las leyes que presenta al poder Legislativo no admiten sugerencias ni modificaciones. Todo tiene que ser como él lo dice. El Presidente piensa que sus palabras son como los mandamientos tallados en piedra, inmejorables y eternas. Así es su autoestima.
De igual manera acaba de anunciar que no aceptará ninguna negociación sobre su propuesta de reforma al Instituto Nacional Electoral (INE). Se acepta su reforma como él lo plantea o no habrá reforma. Es decir, la concepción de López Obrador sobre su ejercicio presidencial es que todo debe subordinarse a exactamente lo que él dice, quiere y exige o no habrá nada de acuerdos. Es importante recordar que es el primer Presidente de la República que se ha negado a reunirse con líderes de la oposición política, incluso cuando éstos ejercen como líderes de las Cámaras legislativas.
El sello distintivo de este gobierno es su cerrazón al diálogo. Y su visión hacia el futuro de México lleva la misma marca. Su idea es que los próximos sexenios, al menos dos más, deberán cargar con “la propuesta” de su gobierno. Quiere llevar a México hasta 2036 con la cruz de la 4T. Digamos, Claudia y después su hijo.
La marcha de hoy no solo es para iniciar la resistencia social extendida y creciente al gobierno de López Obrador. También sirve como recordatorio ciudadano a todas y todos los legisladores de oposición cuál es su responsabilidad histórica en el momento de enfrentar una encrucijada nacional como la actual. No es momento ni para titubeos ni para caer en las trampas de una negociación desigual.
La moratoria constitucional era justamente para atajar este tipo de problema, reconociendo que López Obrador y sus operadores, singularmente su secretario de Gobierno, aunque no es el único, operan como gángsters y mafiosos para lograr sus objetivos. Son despiadados y crueles cuando muestran su verdadero interés: mantenerse en el poder político y económico. El desarrollo equilibrado, sustentable y democrático de México no son temas de su interés. De hecho, los tiene sin cuidado, según han mostrado al no tener un verdadero programa de desarrollo del conjunto de la nación. Les resultan prioritarios los negocios inmobiliarios que resulten de la construcción del Tren Maya principalmente, pero también del AIFA y Dos Bocas.
Los negocios están siendo jugosos, especialmente porque no existe transparencia alguna y se desarrollan con la mayor discreción y opacidad. Los decretos de “seguridad nacional” sirven para impedir la fiscalización de los negocios.
Las agrupaciones ciudadanas, agrupadas en Unid@s y otras, supieron calibrar el estado de ánimo de la sociedad y lanzaron la iniciativa de la marcha. Y los partidos políticos entendieron que su papel, en este momento, es fortalecer a las organizaciones ciudadanas y ese estado de ánimo social dispuesto, ahora sí, a salir a marchar y organizarse para ir, juntos, a las elecciones en el Estado de México y Coahuila en 2023 y a la presidencial en 2024. Es decir, se percibe con toda claridad con la convocatoria a la marcha que se está conformando, en los hechos, un nuevo bloque opositor con aspiraciones claras a gobernar al país a partir del 2024.
PRI, PAN y PRD han dicho que marcharán hoy, y Movimiento Ciudadano, siempre titubeante, también participará, aunque “a título individual”. Este hecho abre el espacio necesario para replantear el eje Va Por México (PRI, PAN, PRD) para incluir a Movimiento Ciudad en un acuerdo distinto a Va Por México, pero superior en su integración e iniciativa.
Pero hoy hay una condición nueva e inobjetable. Hoy las agrupaciones ciudadanas también estarán sentadas alrededor de la mesa, con su fuerza social y autoridad moral para defender plataformas políticas, métodos de gobierno en coalición y con sus propias candidaturas, aunque sean postuladas por los distintos partidos políticos.
Este ejercicio de diálogo y discusión democrática se diferencia totalmente de Morena y el método del “gobierno de un solo hombre”. Esto es lo que no entiende López Obrador. Las alianzas se construyen, sí, pero de abajo para arriba y no al revés, como él las hace.
La dinámica social de México empieza a enajenarse del burocratismo autoritario de Morena y se acerca más al estado de ánimo social que ofrece la oposición. Diálogo, debate, tolerancia y altura de miras es lo que pide y reclama la sociedad mexicana. La voz de López Obrador en la mañanera cada vez más y más resuena a aspereza, odio, resentimiento. En una palabra, él ofrece amargura sin una gota de alegría al pueblo de México. Esa monotonía cansa y, francamente, aburre.
La oposición empieza, hoy, un nuevo capítulo en su historia, que no deberá parar hasta después de las elecciones de 2024. La tarea es titánica, sin duda, pero el camino ya está marcado. La marcha de hoy, unitaria y contundente, tolerante y plural, es el perfil del México que queremos.
POR RICARDO PASCOE
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MAAZ