Columna Invitada

El testigo pendular: entre silenciar la verdad y dar falso testimonio

El relato corresponde al falso testimonio de los susodichos viejos, ávidos de placer no correspondido, que ponen en entredicho a la recta y honorable Susana

El testigo pendular: entre silenciar la verdad y dar falso testimonio
Juan Luis González Alcántara / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

La labor testimonial es una exigencia de civilidad y justicia, forma parte del engranaje histórico de toda comunidad y vuelve funcional el aparato jurisdiccional en búsqueda de la solución probatoria a los casos en que el testigo es determinante.

Pero ese papel del testigo suele ser pendular. Por un lado, como diría Michael S. Serrill en un interesante artículo de 1983 –vigente por su calidad y por la actualidad del tema–, es una diana, un objetivo para silenciar la verdad. Pero, por otro lado, el testigo puede ser la encarnación del falso testimonio –concepción de raigambre religiosa– que, curiosamente, acalla también la verdad, pero con la construcción de una ficción perjudicial.

En la reciente y muy bien retratada Argentina 1985, de Santiago Mitre, muchos de los testigos-víctimas de la dictadura militar fueron amenazados y acosados por testaferros de sus victimarios y vilipendiados por ciertos sectores de la sociedad argentina, para que no declararan en contra de los principales integrantes de la Junta Militar. Algunos se negaron a declarar por temor, comprensible y humanamente justificable. Otros, valientemente o, tal vez, por no tener ya nada que perder –qué más daba después de los horrores sufridos– testificaron con lujo de detalles las atrocidades cometidas. Un muy buen ejemplo del extremo pendular del testigo amenazado.

No hay museo de arte en el mundo que no cuente con una variante pictórica del pasaje bíblico de Susana y los dos viejos –tómese como ejemplo la versión de Guercino expuesta en el Museo del Prado–. El relato corresponde al falso testimonio de los susodichos viejos, ávidos de placer no correspondido, que ponen en entredicho a la recta y honorable Susana.

En ambos casos, la verdad y, consecuentemente, la justicia, pretendieron amordazarse, causa que no se logró conjurar. Y mientras Videla y Massera fueron sentenciados a cadena perpetua, los dos viejos juzgados por el bíblico Daniel fueron condenados a muerte, conforme a la ley hebrea.

POR JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA
MINISTRO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN

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