CAMPUS

Abre los ojos…

Don’t look up! ha generado una reflexión en torno a lo frágil de nuestra especie y el abandono en el que estaría ante su inminente destrucción

OPINIÓN

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Alejandro Echegaray / Campus / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Don’t look up! ha generado una reflexión en torno a lo frágil de nuestra especie y el abandono en el que estaría ante su inminente destrucción. El film muestra la disociación de las funciones de utilidad del gobierno y su electorado. Las preocupaciones de Meryl Streep, quien personifica a un Trump femenino, es el ciclo electoral y su eventual cita con las urnas. Adam Mckay, quien produce y dirige, hace el esfuerzo de mostrar que las decisiones de política pública obedecen a los intereses y preferencias de una audiencia desinformada, que habita un mundo mágico donde las preocupaciones están en el lindero de la banalidad y trivialidad.

En ese universo paralelo se vibra alto, las duchas con agua fría son la norma y protegerse de la luz azul al igual que tomar café con ghee son imperativos para la salud, pero es inaceptable el uso de mascarillas e incomprensible vacunarse. Los antivaxxers le han infligido un daño irreversible a sus comunidades. A la par de este libertarianismo mal entendido ha surgido –desde la progresía Woke- un sistema jerárquico de victimización en el que la credibilidad se adquiere a partir de los grupos oprimidos a los que se pertenece.

Este “activismo de causas” aleja el foco y la atención de las verdaderas amenazas del autoritarismo populista: el deterioro institucional, la abrupta cancelación de la transición democrática y la autocracia. Al igual que el militarismo y la instauración de narco gobiernos, el proceso de centralización del poder en torno a la figura del presidente y la erosión del entramado institucional democrático y republicano que atemperaban el poder omnímodo del ejecutivo.

El activismo anti-racista desde la izquierda obradorista, genera artificialmente un problema que no se da de manera institucional o sistémico en México. También omite el clasismo, dichos discriminatorios, actos que incitan la división y coartan la libertad de expresión desde el poder. Estas iniciativas limitan las libertades individuales y fortalecen la posibilidad de engendrar una teocracia que desprecia la razón y trata con absoluto desdén a la ciencia y a sus científicos.

La ortodoxia progresista intenta silenciar voces que se desvían de la corrección política, además de promover el conformismo y emascular el debate intelectual.

Este nuevo culto aleja el foco de las verdaderas amenazas a las libertades y derechos individuales. La estrategia de los activistas obradoristas ha sido la formación de una coalición de supuestos desposeídos y oprimidos por el privilegio whitexican que tiene enquistado en el poder a una casta empresarial, académica e intelectual. Nada mas alejado de la realidad.

En el inicio del año que comienza hagamos el propósito de orientar la discusión pública en los problemas de fondo y la forma de solucionarlos. Una discusión que regrese al debate publico los derechos individuales y el fortalecimiento de la democracia; que nos devuelva gobiernos responsables con su electorado y no sólo que operen en función a los ciclos electorales.

POR ALEJANDRO ECHEGARAY
POLITÓLOGO
@AECHEGARAY1

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