DESDE AFUERA

América Latina: Diálogo de sordos

La realidad es que en América Latina hay más arengas que debates en los que los participantes "suponen que resulta efectivo alzar la voz y tener la última palabra."

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Pasó en Argentina, pero fácilmente pudo ocurrir en varios otros países de la región.

Cuenta mi viejo amigo Jorge Elías, en su blog "El Interin", que "una docente increpó con vehemencia a un alumno. Fue un arranque de ira a favor de la vicepresidenta Cristina Kirchner y en contra del expresidente Mauricio Macri, en una escuela secundaria de Ciudad Evita, partido bonaerense de La Matanza. La sancionaron. El presidente Alberto Fernández creyó oportuno defenderla en su condición de profesor de la Universidad de Buenos Aires: “Que haya tenido el debate es formidable, porque invita a pensar". ¿A pensar o a taladrar el cerebro de aquel que piensa diferente, como si hablar a gritos fuera una fórmula eficaz para hacerlo cambiar de parecer?"

La realidad es que en América Latina hay demasiado de eso, más arengas que debates en los que los participantes "suponen que resulta efectivo alzar la voz y tener la última palabra."

Pero como anota Elías, "los políticos no viven en una burbuja. Son el reflejo de una sociedad polarizada que antes de los estragos provocados por la pandemia vivía a gritos hasta en las redes sociales, con insultos y otras sandeces en mayúsculas contra aquellos que opinaban desde las antípodas".

Y es cierto. Todos hablan para escucharse a sí mismos y no es importa si sus contrapartes los oyen y mucho menos si los entienden. Hablan o escriben para la tribuna, para los convencidos.

Es del todo fácil entender la polarización política que se ha producido en nuestros países bajo esas condiciones.

Y la culpabilidad no es de un solo lado. ¿Quién en su sano juicio podría tratar de entablar una conversación seria, ya no se diga una discusión civilizada, con Jair Bolsonaro y obtener insultos y amenazas como respuesta? ¿O conversar seriamente con Daniel Ortega y a menos que haya inmunidad diplomática arriesgar a ser acusado de traición por no estar de acuerdo con sus sueños de dictador norcoreano? 

Y esos son sólo ejemplos obvios. De un lado tenemos al denunciante de los "pirrurris" porque demandan clima de paz en su ciudad o al que habla con pajaritos en busca de inspiración del autócrata muerto. Del otro están quienes se llenan la boca con expresiones democráticas pero no vacilan en reprimir a quien les parezca necesario.

Los dos lados judicializan a la política, Y claro, siempre desde la posición de que son los otros los responsables de los problemas.

Ciertamente es fácil recurrir a las formulaciones simplistas. El imperialismo estadounidense, su intervencionismo y las fuerzas capitalistas se combinan sin problema desde uno de los bandos. 

El comunismo internacional, los anarquistas, los enemigos del orden, forman parte del menú de culpables del otro lado.

Pero ¿tender puentes o establecer diálogo?

Eso parece ausente de la política actual...

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS.
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM 
@CARRENOJOSE1

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