Todo parece indicar que la Covid-19 nos está dando tiempo para que preparemos mejor nuestra defensa, antes de que vuelva a atacar sin compasión alguna. Usemos la lógica, o, mejor dicho, el razonamiento. Reiteramos: ¿Acaso está primero la posición política que la salud y la vida de los niños y de toda la población? ¿Y el círculo médico? Alguien tiene que estar cuerdo…
No. Contra los niños no. Alguien tiene que detener esa masacre que puede ocurrir si los niños vuelven a concentrarse en un salón de clases estando latente una terrorífica pandemia. Puede que el contagio no lo propicien los pequeños, pero algún adulto sí puede ser portador del mortal virus, ya sea el maestro o trabajador de poyo en las escuelas. El supuesto es real, aunque parezca exageración o amarillismo, pero mientras el mortal virus se pasee tan campante por todo el mundo, lo mejor es resguardarse, sobre todo los niños, para no correr riesgos innecesarios. La Escuela puede esperar el tiempo que sea necesario. Lo que urge es buscar, hasta encontrar, la solución a esta catástrofe sanitaria antes que en verdad nos prive de todas las oportunidades, derechos y placeres de la vida; pues, ya discapacitados, o de plano muertos, ¿para qué se quieren grandes obras o supuestos beneficios? Alguien tiene que estar cuerdo…
Que un adulto mayor tenga secuelas tan horrendas como la disfunción eréctil entre otras, podría tomarse con resignación, pero, ni, aun así, porque la erección es parte fundamental de nuestro organismo, pero que esto lo sufra un joven, o de plano un niño, máxime cuando todavía no se sabe si esto es, a corto o largo plazos, y de pilón permanente, es como para no quedarse pasmado ante la tragedia sin intentar hacer algo. De ahí la urgente necesidad de que las autoridades, y todos los profesionales de la salud, se aboquen a la tarea de encontrar el remedio a este apocalíptico flagelo. Ya no son tiempos de estar lamentándonos sin emprender las acciones necesarias para hacerle frente.
Amable lector: Ya son casi dos años de esta tormentosa pandemia y no se ven luces- amén de la vacuna que, al parecer la detiene-acaso entretiene- un poco, que señalen el camino correcto para detenerla, en definitiva. Todo, como ya hemos señalado, está girando en torno a las posiciones políticas, económicas y sociales, que, con justa razón, son también importantes, pero, ante la galopante catástrofe sanitaria que enfrentamos, eso no tiene prioridad ni comparación. Alguien tiene que estar cuerdo…
La confrontación entre autoridades sanitarias, medios, y hasta la población misma, por el desacuerdo en el manejo de este apocalíptico pandemónium, es consecuencia de la falta de información veraz y oportuna que permita conocer, a ciencia cierta, qué es lo que realmente está pasando y cuáles deben ser las recomendaciones precisas para enfrentarla. Eso es lo que, más bien, está contribuyendo al acelerado crecimiento de esta catástrofe que, mientras nos decimos hasta lo que no, avanza poco a poco. Lamentablemente, los niños ya están en la mira. ¿Cuándo comenzaremos a ponernos de acuerdo?
Al parecer, como se está presentando el aumento en el número de casos cada día, todo indica que todavía le queda un buen tramo por recorrer. Ojalá estemos equivocados. Pero la realidad es terca y se empeña en demostrar la cruel verdad de las cosas. Que no la entendamos es otro rollo… Alguien tiene que estar cuerdo para comenzar a organizar un frente sanitario científico con todos los profesionales de la salud. Ojalá estemos a tiempo.
Recuerde, amable lector, que, en la guerra por la vida, no podremos combatir más si nuestro fusil no está en buenas condiciones; solo con las manos, perderíamos desde la primera batalla. A cuidarse…
POR DIEGO ALCALÁ PONCE
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dza