SIN ROLLOS

El pequeño rey de la pelota

Fue un cuento de hadas el que Lionel Messi vivió en Barcelona, pero hoy París también quiere ser gobernado por aquel que puede enamorar a los corazones más obtusos

OPINIÓN

·
Jorge Murrieta / Sin Rollos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

En La Masía apareció un rey enano. De estatura, claro. De tal modo que nadie supondría que mandaría con tanta perfección y equilibrio sobre su pueblo catalán.

El rey provenía de un país remoto, de una provincia llamada Rosario, en Santa Fe, lejos de las Ramblas y el Camp Nou, a miles de kilómetros de distancia. Venía de la Pampa el gauchito, con su cristalina presencia y su magia guardada en el morral.

¿El chiquito juega al futbol? Pero si no tiene la presencia de O’Rei ni la pinta del Diegote. Parece un muchacho sano; un pibe de familia. Este no habrá de vivir a salto de mata a causa de los escándalos. No se verá rebasado por su ego y, en ocasiones, parecerá que lo que le corre por las venas no es sangre, sino una sustancia viscosa y achocolatada. Pero esas tan sólo habrían sido suposiciones que quedaron acendradas en el imaginario popular.

El rey de Barcelona llegó para hacer huesos viejos y mandar con justeza sobre su pueblo. Fue un rey benévolo, discreto. Nunca fue llamado a juicio ni abusó de su enorme poder para gobernar. Pero siempre cautivó con su luminosa presencia. Era un rayo que cubría las canchas del mundo y azoraba a la feligresía que se arremolinaba en torno a todos los estadios del planeta, principalmente los europeos.

Como buen rey, era complaciente con su corte, y lo mismo hacía jugar a un “fierro” como Mascherano, que al sabio Iniesta, su alumno más adelantado. De todos era bien sabido que los consejos de su mesa de magos y hechiceros, entre los que destacaba el iluminado Guardiola, fueron fundamentales para el desarrollo del petiso.

Lamentablemente, no todos los cuentos tienen un final feliz y éste, como tantos otros, no fue la excepción, pues el tirano Bartomeu, viendo cómo se desmoronaban las finanzas del gran reino, decidió dar golpe de estado para poner punto final al reinado de Lío Primero de Barcelona, quien de buena gana, pero asolado por la nostalgia, aceptó con buen talante el destierro.

Pero el rey no ha muerto. Otros reinados quieren ser gobernados por él, pues su lirismo para gobernar, su manera divertida y desenfadada de ser rey de la pelota, aún puede enamorar a los corazones más obtusos. Se dijo por los pueblos que el destino del pequeño rey era París (al que habrá de convertir en su reino).

Es por ello que los concejales, magos, príncipes y hechiceros (incluido uno que otro bufón de la amazonia), ya hacen ofrendas para recibir la llegada del nuevo rey, que habrá de gobernar, como lo hizo en Catalunya, con la precisión de un alquimista supremo.

Fue un cuento de hadas el que Lionel Messi vivió en Barcelona. Desde su llegada al club, a los 13 años de edad, de la mano de sus padres, hasta su emotivo, lacrimógeno mensaje de despedida. A pesar de que por la entidad barcelonista han pasado figuras de la talla de Johan Cruyff, Maradona, Ronald Koeman, los dos Ronaldos (pero no Cristiano), Rivaldo, Xavi e Iniesta, ningún futbolista ha sido tan determinante en la historia del club.

Antes de Lío, el Barcelona era un equipo de respeto que vivía azorado por las hazañas del Madrid. Con Messi y Guardiola, el Barça llegó a ser el equipo más importante del orbe. Decisivo en la carrera del mozalbete fue aquel no rotundo de River Plate para costear el tratamiento de hormonas que haría desarrollarse a Messi.

En Barcelona, gente con muchísimo talento, detectó en aquel joven prospecto a uno de esos genios que surgen cada 40 o 50 años. Y así fue como en una servilleta de papel, Lío firmó el primero de muchos contratos multimillonarios. Remitir a Messi al plano de lo numérico es un ejercicio insípido, pues su inspiración y talento, su manera de romper cinturas y leer los partidos como Dios, su habilidad para el regate y su velocidad, tanto física como mental, que le impedía ser alcanzado por los carroñeros asesinos que siempre estuvieron tras sus tobillos, están muy por encima de lo pitagórico, aunque seguro servirá para contextualizar lo que fue La Pulga en el Barcelona.

A saber, Lionel Andrés Messi Cuccittini nació en Rosario, provincia de Santa Fe, Argentina, el 24 de junio de 1987. El 10 debutó con la celeste el 17 de agosto de 2005. Con selecciones inferiores ganó Juegos Olímpicos y torneos con límite de edad, pero no fue sino hasta el año que corre (2021), cuando el crack rosarino pudo alzar por primera vez un trofeo con la mayor, ganando la Copa América ante Brasil.

Ganó todos los premios en Europa y rompió todos los récords. Más de 40 títulos avalan la carrera de un profesional serio y honesto que no necesitó de los reflectores y la bisutería para lucir como un faro gigante en medio de la espesa noche. Lío recalará en el PSG, cuadro plagado de estrellas al que, por su humildad y estupenda disposición para el trabajo, llegará a sumar, a ser uno más, cuando podría llegar en un buque de guerra atravesando el Río Sena en olor de multitudes. Y nadie diría que está mal. En cambio, su llegada será discreta, como corresponde a un hombre cabal.

POR JORGE MURRIETA
@JORATLA

MAAZ