Más allá de ideología política, y luego de la propuesta integracionista latinoamericana lanzada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, quizá sea momento para una seria discusión sobre la situación geopolítica de México.
¿Nos conviene como país buscar ser más América Latina o vincularnos más con Estados Unidos?
Los argumentos de ambas partes son de una enorme riqueza y van desde lo poético a lo práctico, de la idea que tenemos de nosotros mismos a nuestras realidades.
Para muchos, incluso aquellos que como el presidente López Obrador y el que esto escribe recibimos educación superior en la Escuela Nacional o Facultad de Ciencias Políticas en los años 60 y 70, la idea de América Latina fue una idea deseable y posible más que una búsqueda quimérica.
Pero recientemente, lo que hoy se califica como tesis neoliberal favoreció desde el poder a una mayor relación con Estados Unidos y Canadá, reflejada en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) primero, y el tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC) ahora.
En términos geopolíticos, podría definirse como la creación de una región económica norteamericana, determinada en gran medida por la profunda relación entre las tres naciones –o más bien entre Estados Unidos y sus dos vecinos–.
Era de cierta manera la formalización de una realidad. En el caso mexicano, 80 por ciento del comercio exterior se realiza con Estados Unidos, que es, además, el principal inversor en México y con el que hay profundos lazos sociales, representados por unos 11 millones de mexicanos residentes en ese país y unos 30 millones más que son descendientes de mexicanos en segunda, tercera o más generaciones. El envío de remesas es ahora una de las principales entradas de divisas del país.
Pero el ideal de América Latina es fuerte. Por un lado, se comparten ciertamente un tronco cultural y un idioma. Por otro, es una reafirmación de identidad ante la llegada de nociones sociales y económicas diferentes.
Y si a eso se agrega que durante décadas nuestro país se asignó, o aceptó el papel de muro de contención de América Latina frente a Estados Unidos, la postura se hace aún más complicada.
Cierto que en la propuesta del presidente López Obrador hay mucho de simbolismo y de idealismo, así como el anuncio real de un enorme trabajo por venir para hacer viable la idea de integrar América Latina.
El hecho es que el actual gobierno de López Obrador parece debatirse entre la ilusión y la realidad; es decir, la idea de una América Latina unida y próspera, y la realidad socioeconómica: mantener y profundizar el concepto de una región norteamericana.
Cómo equilibre una relación idealizada con la conflictiva realidad de la convivencia diaria puede determinar el futuro de México.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS.
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1
DZA