COLUMNA INVITADA

Tenacidad en tiempos de Covid

Yo no soy religiosa, pero si creo que hay momentos divinos, sagrados.  La montaña estaba especialmente vacía este domingo

OPINIÓN

·
Laura Elena Gerdingh / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Oscar, mi coach me animaba a seguir caminando, asegurándome que faltaba poco para hacer cumbre.  Pero mis piernas simplemente ya no daban mas.  Muchas otras veces en la montaña he pensado que ya no podré seguir y esforzándome lo logro. Pero esta vez era distinto, mis piernas ya no me respondían y aún tenía que bajar, para eso también se necesita fuerza.  La frustración empezó a arder en mi corazón.  Durante meses no pude ir al Iztaccihuatl ya que estuvo cerrado por la pandemia.  Y ahora la meta estaba tan cerca y a la vez tan lejana… simplemente no lograría hacer cumbre.  Sólo puedo recordar otra vez que en la montaña decidí parar antes de lograr mi objetivo.    No me gusta renunciar a mis objetivos.  Así ahí sentada frente al paisaje que la montaña nos ofrecía, observé a tres amigos, de los cinco que fuimos, alejarse camino a la cima que ese día se me negaba.  Sabiendo que detrás de esa última loma que ya no pude conquistar les estaba esperando un espectáculo aún mas hermoso del que desde donde estábamos se podía admirar y una sensación de satisfacción con los que yo ese día no lograría deleitarme. 

La montaña a veces te invita, en ocasiones te obliga a reconocerte a ti mismo, a mirarte desde la verdad.  Me reconocí afortunada y feliz de estar ahí.  También frustrada de tener que parar.  Finalmente, responsable de no poder seguir. Hube de aceptar que haber bajado mi nivel de entrenamiento durante esta pandemia ha afectado mi fuerza.  Que haber comido como los grandes durante las vacaciones de semana santa implica que debo cargar mas peso corporal. Aún así no creas que me arrepiento de todos los elotes, garnachas y panes de dulce que disfruté en las vacaciones.  En su momento me dieron enorme felicidad y valió la pena cada uno de ellos.  Pero ahí hidratándome antes de iniciar el descenso supe lo que tenía que hacer… volver, pero mas fuerte. En ciertos momentos, las situaciones que nos tocan vivir o las decisiones que tomamos nos impiden lograr nuestros objetivos.  Este no es motivo para renunciar. Sólo hay que posponer. Mi plan de acción es claro y evidente.   Regresar a mi peso regular y entrenar mas.  Saberme con la oportunidad de volverlo a intentar y de hacerlo en las condiciones adecuadas para lograrlo me motivó. 

Así me dispuse a disfrutar del descenso.  Yo no soy religiosa, pero si creo que hay momentos divinos, sagrados.  La montaña estaba especialmente vacía este domingo.  Por cierto tiempo, al venir bajando observaba hacia delante y veía únicamente montaña, luego volteaba hacia atrás y veía sólo montaña.  No había nadie mas que nosotros.  Y me miré, me reconocí en medio de esa montaña solitaria, imponente, intimidante con su vegetación, con sus arenales que te retan, con sus muros de piedra, con sus horizontes que presumen belleza, con sus picos que son promesas, a veces cumplidas y otras por cumplir.   Me sentí paradójicamente tan pequeña y tan grande a la vez. Y simplemente, asimilé la experiencia, disfruté y agradecí.

Hoy me levanté mas temprano para poder entrenar mas intensamente.  También empecé a cuidar mi alimentación.  Por que tener buenas intenciones no basta, se necesita también tenacidad para lograr lo que deseamos.   Sé que la próxima vez que la mujer dormida y yo nos encontremos será en la cumbre sur, desde donde podré apreciar el hermoso paisaje que su casi extinto glaciar aún ofrece.

POR LAURA ELENA GERDINGH
PSICOTERAPEUTA/SPEAKER
@LGERDINGH

PAL