El domingo por la noche, después del partido en el que Pachuca dejó en el camino al América, platicaba con algunos amigos y la mayoría coincidió en que los cuartos de final nos habían regalado grandes emociones, juegos con alta calidad futbolística y con los participantes entregándose en cada movimiento.
Pero en otro punto la opinión se dividió. Muchos están felices de haber disfrutado de grandes encuentros en la Liguilla, que demostraron el verdadero nivel del futbol en el país. Otros pensamos que ese horizonte de juego debería estar presente en toda la temporada y no sólo en los últimos partidos.
El debate sobre las ventajas y desventajas del modelo actual no es nuevo y regresa cada campaña, cuando se acerca la final. En esta ocasión hay varios ejemplos a analizar.
Empecemos por el América. En los 17 partidos jugados obtuvo 12 victorias, dos empates y tres derrotas. Sumó 38 puntos, soló debajo del Cruz Azul.
El Pachuca tuvo una temporada de seis ganados, cinco tablas y seis perdidos, para un total de 23 puntos.
En los cuartos de final ambos equipos hicieron cinco goles en total; sin embargo, como en el juego de ida el América sólo anotó un gol de visitante, en la vuelta los dos tantos del Pachuca bastaron.
Tomemos otro caso.
Cruz Azul logró 41 puntos, por ganar 13 partidos, empatar dos y perder dos. Un porcentaje alto de efectividad.
El Toluca, que fue su rival en cuartos de final, hizo sólo 22 puntos. Durante el torneo tuvo seis victorias, cuatro empates y siete derrotas. Perdió más partidos de los que ganó.
En los cuartos de final los azules derrotaron a los rojos, pero imaginemos que no hubiera sido así, pensemos en el Toluca venciendo, pasando a la final y ganado el torneo. Sin duda sería justo, pues así está establecido en las reglas, pero ¿cómo puede ser campeón un equipo con esas estadísticas en el torneo regular?
La conclusión es que, en general, el desempeño en el torneo no es determinante siempre que califiques a la Liguilla y hagas una gran minitemporada ahí. Resulta descorazonador que equipos y afición tienen esta situación muy clara y actúan en consecuencia.
Digámoslo: el torneo mexicano fomenta la mediocridad, al permitir que equipos con temporadas malas, realmente malas, puedan llegar a ser campeones en la única parte que parece importar. ¿Qué hay de la constancia? ¿Qué hay de la consistencia? ¿Qué hay del esfuerzo hecho semana a semana? El premio parece reducirse a ser locales en el partido de regreso y lograr un triunfo en caso de empate global en puntos, no en tantos. Por favor, que alguien le pregunte al América si es un premio suficiente. Sobre todo, después de ser descalificado por un equipo que hizo 15 puntos menos en el torneo regular.
No quiero descalificar el esfuerzo de nadie, la actuación de todos los equipos en la Liguilla tuvo mucho mérito y ése es justo el punto, que esas actuaciones debieran ser más sostenidas a lo largo del torneo.
El año pasado fue muy crítico para los espectáculos deportivos, y no deja de ser sintomático que muchos de nosotros prefiramos seguir las ligas europeas a nuestro torneo local. No es falta de pasión, los incidentes que se dieron cuando los aficionados llegaron al campo, a tratar de acercarse a sus jugadores, y que han causado problemas a los estadios, es una de muchas pruebas de ello. Por eso creo que es hora de empezar a manifestar como afición que las cosas deben mejorar, si de verdad queremos que el nivel de competición local esté a la altura del amor que le tenemos.
POR GUSTAVO MEOUCHI
COLABORADOR
@GMOSHY67
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