COLUMNA INVITADA

Miguel Ángel Buonarroti: más celestial que terrenal

Hace más de 500 años, el 6 de marzo de 1475, llegó al mundo uno de los artistas más grandes de todos los tiempos: Miguel Ángel Buonarroti

OPINIÓN

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Bernardo Noval/ Colaborador/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Creador longevo, Miguel Ángel Buonarroti durante toda su vida cultivó, desde la escultura a la arquitectura, con igual éxito y dedicación.

Con tan sólo 12 años recibió su primer sueldo como aprendiz en el taller de Domenico Ghirlandaio; pronto dicho artista se percató que Miguel Ángel estaba demasiado dotado como para pasar desapercibido, así que no tardó en ingresar al Jardín de San Marcos, un exclusivo círculo artístico financiado por Lorenzo de Médici, el Magnífico.

A la edad de 22 años, el cardenal francés Jean Bilhères le encargó una “Piedad” para la Basílica de San Pedro. Después de elegir en las canteras de Carrara el mármol más adecuado para esculpir esta obra, en julio de 1500 entregó una de las esculturas más conocidas en el mundo, calificada como una obra maestra. “La Piedad” marcó un cambio en la representación habitual de esta temática, pues rompió la forma como se había mostrado hasta ese momento, revelando el enorme dolor de una madre con gran intensidad emocional.

Un año más tarde, la República de Florencia le comisionó producir una obra a partir de un único bloque de mármol de más de cuatro metros de altura que llevaba 40 años abandonado. Ningún otro escultor se había atrevido a esculpir un bloque de esas dimensiones, pues además del tamaño, la estructura representaba grandes problemas técnicos. Sin embargo, Miguel Ángel no sólo logró terminarla en tres años y establecer el moderno canon de belleza masculina, también su “David” vencedor frente al  Goliat se convirtió en el símbolo de la República de Florencia, que en ese momento pugnaba por conservar su independencia.

Tras recorrer Florencia y Bolonia, el artista se marchó a Roma donde, tras 10 años de arduos trabajos, pudo alcanzar el nivel de maestro. Después, trabajó para no menos de ocho papas y con varios de ellos mantuvo relaciones confidenciales.

En 1506, cuando contaba con tan sólo 31 años, la República de Florencia lo describió como un “excelente joven, sin igual en su profesión en Italia y quizá en el mundo entero”. Sin embargo, en aquel momento el joven artista tendría aún por delante casi 60 años de trabajo en los que realizaría obras que marcaron el camino a seguir de otros artistas del Renacimiento italiano.

En 1508, Miguel Ángel acepta el encargo de decorar la bóveda de la Capilla Sixtina. A pesar de no estar tan convencido de realizarlo, puso todo su empeño –artístico, creativo y físico– para elaborar en cuatro años, en solitario y sobre un andamio, una de las obras más bellas de todos los tiempos. Sin embargo, su historia con la Capilla Sixtina no concluiría aquí, pues 22 años después y con ya 70 años, pintaría en la pared del fondo, el "Juicio Final".

 “Más celestial que terrenal”, así definió el arquitecto y biógrafo Giorgio Vasari a Miguel Ángel; un creador fuera de serie que a sus 37 años se había convertido en un artista de referencia, en un mito viviente y en un modelo a imitar que durante más de siete décadas de trayectoria artística aportaría grandes creaciones a la humanidad.

El gran Miguel Ángel murió en Roma a los 88 años, por deseo propio, sus restos fueron trasladados a Florencia y reposan en la iglesia de la Santa Croce.

POR BERNARDO NOVAL
CEO MUST WANTED GROUP
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