DE LEYENDA

Raúl

¿Puede ser el futbol un deporte de alto riesgo? Puede, y tenemos un claro ejemplo para confirmarlo

OPINIÓN

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Gustavo Meouchi De Leyenda Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Brutal, aterrador, inesperado. Así fue el golpe. Los dos jugadores cayeron al suelo, inertes. Pese a lo atronador del sonido del impacto, a las imágenes reproducidas varias veces durante la transmisión, y después en los reportes, nadie pudo comprender de inmediato las consecuencias.

Sí, el eco había retumbado en el estadio sin público y la sangre que empezó a manchar el césped, tan verde, fue una pésima señal. Cuando notamos las manchas, los que veíamos la transmisión nos quedamos sin aliento, estremecidos. Pasaron varios minutos sin moverse. Las acciones se detuvieron, sus compañeros se acercaron y cuando el pánico se les reflejó en la cara, al tiempo en que solicitaron ayuda con urgencia, una emoción potente corrió a través de la señal televisiva y nos golpeó a todos.

Las asistencias de ambos equipos corrieron hacia el brasileño David Luiz, del Arsenal, y el mexicano Raúl Jiménez, del Wolverhampton.

Se sintieron como horas, pero sabemos que fueron minutos lo que tardó Luiz, que continuaba sangrando muchísimo, en dar señales de recuperación. Sus médicos le colocaron un tosco vendaje en la cabeza; de su lado las cosas iban bien.

La situación de Jiménez era muy distinta. Inconsciente, sobre el césped, no se movía y las imágenes mostraban a los médicos que, intentando reanimarlo, le colocaron una mascarilla de oxígeno, lo inmovilizaron y trataron toda clase de maniobras. La espera se alargó, tras unos espantosos 20 minutos, nadie tenía claro qué pasaba.

¿Cuánto puede durar la inconciencia de un golpe así? ¿Cuáles pueden ser las consecuencias? ¿Qué tan malas? Preguntas, teorías, tensión acumulada. Cada largo minuto que pasaba nos daba la oportunidad de seguir especulando, de desesperarnos.

Sí, en México queremos a Raúl, cómo no. Desde sus inicios en el América, ya hace una década, e incluso desde antes, cuando empezaba a destacar en el Tri Sub 20. Su partida hacia España con el Atlético Madrid, en 2014, revivió nuestra ilusión internacional. Esa que para bien o para mal prendió Hugol y que sigue ahí viva, a veces más grande y otras más pequeña, pero viva.

Raúl ha estado a la altura. Se fue al Benfica, y luego a la liga inglesa con el Wolverhampton Wanderers FC. Ese parecía el lugar correcto de Raúl, un equipo recién ascendido a la Primera División, con entusiasmo, con garra, con todo por ganar. Su relación con el equipo ha sido muy ejemplar. Él llegó a la cima de su carrera, es el estandarte del club, su líder; no sólo por la cantidad de goles que ha anotado, también por su figura carismática y su entrega en cada partido.

Los Wolves también se han beneficiado. La temporada pasada quedaron en la séptima posición de la Premier League, sólo debajo de los cinco grandes de Inglaterra y por encima del Arsenal. Mucho de esto tiene que ver con Raúl; quien lo dude puede ver los resultados del equipo, tras su salida en camilla del campo aquel domingo 29 de noviembre. El club está en problemas. Con tres partidos ganados, tres empates y siete derrotas ha bajado hasta el lugar 14 de la tabla. Raúl es el jugador más importante de su equipo, y lo echan mucho de menos. 

Muchas cosas cambiaron esa tarde, cuando los médicos se rindieron y aún inconsciente lo sacaron del estadio para llevarlo al hospital. El partido se reanudó. Es increíble que David Luiz continuara jugando unos minutos más, aunque fue sustituido al iniciar el segundo tiempo. Durante el juego los comentaristas informaban que no había noticias del estado médico del mexicano, mientras que en la cancha sus compañeros sacaban la cara por él, por su líder. Al final los Lobos vencieron a los Gunners 2-1 y no hubo más noticias sobre su salud. 

El silencio continúo durante el resto del día, aunque buscamos en todos los portales y las redes sociales. El lunes los diarios ingleses y europeos informaron que Raúl Jiménez había sido operado por las heridas en su cabeza.

Pensé en sus padres, en su esposa, en sus amigos, ¿es raro sentirte parte de ese grupo, tras seguir la trayectoria de un futbolista durante 10 años?, ¿tras verlo esforzarse, crecer, ganar? Raro o no, sentí una tristeza real. Él es un ejemplo contundente de lo peligroso y competitivo que es el futbol europeo. No sólo es el mejor del mundo, todos saben que los partidos son verdaderos campos de batalla. Hay patadas, zancadillas, jalones y golpes directos y, aunque lo que le pasó a Raúl no fue resultado de eso, sí refleja una actitud, un ambiente, una forma de encarar las situaciones en la cancha y el nivel de preparación física que los jugadores requieren.

Tras dos meses, Raúl ha mejorado poco a poco. Hace unos días, en su cuenta de Instagram, se le veía entrenando en el gimnasio. Acompañó la foto con un mensaje de ánimo, esperanza y perseverancia. Otra muestra de su actitud y el gran amor por su trabajo. Ahora, más que antes, estoy seguro de que muy pronto lo veremos en las canchas, recuperando el nivel que lo llevó a ser considerado uno de los mejores delanteros de Inglaterra y de Europa.

¿Dudas? Son inevitables para nosotros: ¿jugará con alguna protección en la cabeza?, ¿irá por esos centros en los que el choque de cabezas puede ser inminente?, ¿su capacidad física quedó intacta? Me ilusiona pensar que él no las tiene. Estoy seguro de que Raúl sólo piensa y trabaja para volver y jugar como lo ha hecho siempre, con fuerza, calidad y pasión.

 

POR GUSTAVO DE MEOUCHI
COLABORADOR
@GMOSHY67