MALOS MODOS

La pregunta más importante del sexenio

Para rematar 2021, nos enteramos de que las quejas por desabasto de medicinas aumentaron un 1200% en los tres años de 4T

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de México Créditos: Especial

El sexenio abrió con el presidente en el acto de decirle a un ciudadano que no, no iba a mandar a la tropa: que los del crimen organizado son seres humanos y por lo tanto seres que merecen amor. Que a aguantar vara. Que abrazos, no balazos. Congruentemente, ha permitido que el narco actúe en plena libertad, del culiacanazo pal`real, con el reguero de muertes que conocemos. Desde luego, la cosa no va a cambiar. El otro día, el titular del Ejecutivo dijo sin titubeos que la estrategia funciona a todo dar. Que el humanismo paga. Que nada que agradecer. Que felices fiestas.

Luego está el desabasto de medicamentos, que tampoco tardó en manifestarse. Empezamos con los antirretrovirales, esos que antes sí había y que desaparecieron con la 4T, lo que mandó a protestar a las calles a las personas con VIH. Luego, los oncológicos, que también había, que dejó de haber y que siguen sin aparecer, como pueden confirmarles esos niños enfermos. Pero no son solo las quimios. Es que en las clínicas pobres no hay ya ni comida, esos desayunos que en el neoliberalismo le daban a las criaturas antes del tratamiento. Para rematar 2021, nos enteramos de que las quejas por desabasto de medicinas aumentaron un 1200% en los tres años de 4T. De entrada, digamos que ya se les hizo tarde con lo del sistema escandinavo de salud. Tardísimo: 15.6 millones de personas se quedaron sin servicios de salud desde 2018, servicios que sí disfrutaban. Gracias, Insabi. Pero, sobre todo, tampoco es probable que esto cambie. A fin de cuentas, el presidente dijo con todas sus letras que estaban luchando contra la corrupción, una forma de decir que con la pena: alguien tiene que pagar el precio. Que abrazotes a los daños colaterales y a sus deudos.

De la pandemia, ni hablar. 650 mil cadáveres después, Gatell sigue tan campante. Que no hay bronca con la ómicron, dice. Que las recomendaciones de la OMS son para los güeros. Que aquí, fiesta en el Zócalo. Lo que es congruente con la línea presidencial: el Supremo sigue sin usar cubrebocas, luego del Mordisco Tour, las tlayudas en pleno pico de contagios y los detentes. Por supuesto, nada de vacunar a los niños. Bueno: ni a los niños, ni, en adelante, a casi nadie. Antes de irse de vacaciones, parece que Muerte ganó el debate en el equipo de presidente y la 4T no renovó el contrato para vacunas. Son carísimas. Esas refinerías no se van a pagar solas. Así que fritangueen despreocupadamente y confíen en sus genes prehispánicos.

Dicho lo anterior, está claro cuál es la pregunta más importante del sexenio. No, la pregunta no es a qué hora van a despertar en esta administración y cambiar la estrategia en cualquiera de esos ámbitos, o cosa parecida. No, por Dios. A estas alturas, hay que preguntar, sin más, por qué tienen tantas ganas de vernos muertos a todos.

POR JULIO PATÁN
COLUMNISTA
@JULIOPATAN09

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