La corrupción ha sido un tema que históricamente ha golpeado a las sociedades de todos los tiempos; sin embargo, el cambio de estructuras económicas le ha dado diferentes connotaciones e importancia.
Es la hidra mitológica de mil cabezas, así lo hemos percibido en México, pues a cada acción del Estado contra el crimen, surgen nuevos actores delictivos y corruptos; a cada concesión o contrato que se descubre por su carácter ilícito, aparecen más graves violaciones.
Como la concebimos de manera coloquial, es el soborno que se otorga a quienes entregan privilegios a cambio de prebendas y, por supuesto, tienen diferentes dimensiones, desde la “mordida” al policía de tránsito, hasta la entrega de concesiones, contratos y compras. No sólo son corruptos quienes reciben el dinero mal habido, sino quienes lo promueven, lo ofrecen y lo entregan.
Los conceptos de “libertad de mercado” y de “competencia”, han cambiado los paradigmas de conductas sociales y, hoy en día, el valor supremo de la sociedad es la acumulación del dinero.
La riqueza, ya sea mal habida o legítima, se convierte en el objetivo fundamental y aspiracional de todos los seres humanos.
¡Sálvese quien pueda! Lo importante de esta premisa es obtener dinero de la manera que sea, porque los millonarios de nuestro tiempo –independientemente del origen de sus fortunas— se convierten en figuras paradigmáticas, admiradas e imitadas por las nuevas generaciones. Se cambiaron los parámetros éticos y morales, se perdió el sentido social, inclusive del Derecho y la Tecnología.
El candidato López Obrador acertó en poner, en el centro de su propuesta, el combate a este mal social; aun cuando se equivocan quienes consideran que es la causa de todos los males, en realidad es el efecto irreversible del capitalismo neoliberal que ha desnaturalizado los valores fundamentales del ser humano. Llegó a la Presidencia y cotidianamente vuelve a hablar del mismo tema, con intensidad y con elocuencia, pero en la práctica no hay ese combate que todos esperábamos.
Se deterioró el Sistema Anticorrupción, los órganos constitucionales en esta materia se paralizaron y la corrupción se ha convertido en una expresión que recogen todos los días los medios de comunicación, sin embargo, los resultados de combatirla se han esfumado, perdiéndose la esperanza de que la nación mejore.
La política anticorrupción mide con distinta vara y, en la práctica, los personajes políticos relevantes que sólo están encarcelados son Rosario Robles –probablemente cometiéndose una gran injusticia— y Emilio Lozoya –a quien se le ha dado un trato privilegiado—, todo lo demás es propaganda y filtración. En el medio tiempo, dentro del propio grupo del poder surgen contradicciones y denuncias para varios funcionarios –con razón o sin ella—, pero que crean sólo expectativas sin ninguna efectividad: ejemplo de esto es el pleito entre el Fiscal General de la República y ex Titular de la Unidad de Inteligencia Financiera.
La nación exige mucho más; la decepción en este delicado asunto puede cambiar muchas de las percepciones.
POR ALFREDO RÍOS CAMARENA
CATEDRÁTICO DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNAM
PRESIDENTE DEL FRENTE UNIVERSITARIO LATINOAMERICANO (1958-1962)
VICEPRESIDENTE DE LA SOCIEDAD MEXICANA DE GEOGRAFÍA Y ESTADÍSTICA
MAAZ
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