COLUMNA INVITADA

Simplemente gracias Nevado, gracias Luna

Una vez más, la naturaleza superó mis expectativas. Su reflejo sobre la laguna era hermoso, su brillo maravilloso

OPINIÓN

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Laura Elena Gerdingh / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Dormir en la montaña me da nervios. En el caso del Nevado de Toluca, el frío parecía la peor amenaza. De niña, mis papás nos llevaron, pasamos una noche en el refugio y aún recuerdo cómo me congelé. Afortunadamente no suelo dejar que el miedo opaque mi ilusión de hacer algo que realmente disfruto. Así el viernes de la última luna llena de noviembre, día en que nos iríamos al Nevado, empaqué sleeping bag, colchonetas, cobijas, bufandas, ropa térmica, guantes, etc. Lo mismo hicieron Oscar y Yao, quienes irían en mi coche.

Cuando encendí el auto para dirigirnos a nuestra aventura, la cajuela estaba hasta el tope. Teníamos la ventaja de que no había que cargar el equipo, pues el coche accesó hasta el sitio donde dormiríamos. Ahí hay guardias toda la noche, así que la inseguridad tampoco sería un tema. Para cuando llegaron los demás ya estábamos refugiándonos del frío en la cabaña, con la chimenea prendida. Bromas, alegría, comida y vino enmarcaban la amistad que nos une a quienes somos cómplices al compartir el amor por la montaña.

Nos pusimos chamarras, guantes y bufandas, tomamos nuestras lámparas y, entre risas y pláticas, salimos a la aventura. La noche estaba tan nublada que no se veía la luna. Sin embargo, eso no es motivo para sentirme decepcionada. Sé que en ocasiones la montaña “no te da lo que esperabas”, pero no importa, de todos modos, lo que te dé será espectacular. Con esa confianza, y con algo de frío, empecé a caminar.

El plan original era ir hacia la laguna de la luna, pero seguimos hasta la del sol. Justo cuando llegamos, el cielo se abrió y la luna, majestuosa, segura de sí misma, apareció como la dueña y señora de la noche. Una vez más, la naturaleza superó mis expectativas. Su reflejo sobre la laguna era hermoso, su brillo maravilloso, pero nunca podría haber imaginado la belleza que esa luna llena de noviembre sería capaz de generar al iluminar, radiante, los hilos de nieve dormida que decoraban la cumbre del Nevado, simulando ser plata resplandeciente.

Esas tres reinas: montaña, luna y nieve tuvieron, por capricho, crear esa noche un espectáculo que nadie más podría crear... simple - mente insuperable. Pero la montaña nunca para. Así, a la mañana siguiente, nos despertamos para admirar a la luna des - falleciendo sobre un cielo rosado. Caminamos hacia la laguna y, nuevamente, la naturaleza nos impresionó. Desde su perspectiva no hizo nada especial, únicamente mostrarse como es, desde la nuestra, creó un paisaje espectacular.

La laguna silenciosa, pacífica. Detrás, la montaña solitaria, pero se basta a sí misma, pues se sabe bella, fuerte, única, poderosa, excepcional. Y a pesar de que sé que esa belleza no me pertenece, me sentí especial por poder ser su testigo Y ahí, empezando mi día junto a la montaña, me sentí feliz.

Feliz de haber dejado atrás culpas, miedos, apatías, inseguridades, dudas. Feliz de haberme regalado ese respiro, hago muchas cosas por otras personas, pero esto no, esto no lo hago por nadie más. Lo hago por y para mí. Fui generosa conmigo misma, y la montaña lo fue también.

POR LAURA ELENA GERDINGH

PSICOTERAPEUTA / SPEAKER

@LGERDING

MAAZ

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