ARTE Y CONTEXTO

Tacones lejanos

Este año II de la pandemia, la Fonoteca Nacional sufrió el despido de casi 100 trabajadores que dese hace años, se habían abocado a resguardar el patrimonio auditivo de este país

OPINIÓN

·
Julén Ladrón de Guevara/ Colaboradora/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

“En estos audios se encuentran algunas pistas y claves secretas que todavía desconocemos, o los eslabones perdidos que complementarán la historia de nuestro país.”

Este año II de la pandemia, la Fonoteca Nacional sufrió el despido de casi 100 trabajadores que dese hace años, se habían abocado a resguardar el patrimonio auditivo de este país. Según la página oficial, la tarea de dicha fonoteca es la de registrar, catalogar y difundir todo el material bajo su resguardo para entender y valorar su vitalidad. Este extraordinario archivo fue creado en 2008 para encargarse de la investigación, el registro, la conservación y difusión del patrimonio sonoro de México, derivado de las experiencias en vivo y de la tradición fonográfica y radiofónica. ¿Podemos imaginar todo lo que esto incluye? Difícilmente, pero estamos hablando de entrevistas, canciones, declaraciones de asesinos y de víctimas, de ruidos de la calle que aún existen o que están extintos, de las voces de algunos personajes famosos y de una infinidad de cosas que necesitamos conservar como una colección completa para complementar nuestro patrimonio artístico y cultural de manera total. 

En estos audios se encuentran algunas pistas y claves secretas que todavía desconocemos, o los eslabones perdidos que complementarán la historia de nuestro país, y que dará sentido a cosas que hoy no comprendemos. Estas voces archivadas en cintas magnéticas, en discos de 78 rpm, en cintas de corte directo y de vinilo de 33 1/3 rpm, en cassettes, discos compactos, audios digitales y otros soportes realmente frágiles, están por desaparecer. Resulta que para evitar que se desintegren, pudran, rayen o deterioren de manera irremediable, necesitan condiciones especiales de temperatura, luz y humedad, además del manejo de manos expertas que tengan la voluntad de hacer bien su trabajo. De esta manera, podemos imaginar lo que significaría un apagón interminable en las bóvedas del recinto, por falta de mantenimiento o de pago del servicio eléctrico.

Los rumores de nuestros antepasados están por silenciarse para siempre, ya podemos escuchar cómo agonizan. En lo personal, me deprime saber que además de padecer la muerte de nuestros familiares y amigos por culpa del Coronavirus, tengamos que presenciar con igual dolor, la extinción de nuestro patrimonio como lo conocimos hasta hoy. El confundir gasto con inversión y desestimar el peso específico del conjunto de un patrimonio, es quitarle a toda nuestra nación la posibilidad de dimensionar su grandeza y de sentir orgullo de sus raíces. Además, los jóvenes a los que estamos educando con tan mal ejemplo para despreciar nuestras pertenencias artísticas y culturales, actuarán de la misma forma que hoy lo hacen nuestros gobernantes. La mayoría de ellos no entiende que nuestros tesoros les pertenecen al futuro, y menos aún valoran su importancia. La otra parte de los funcionarios sí lo sabe porque ha trabajado en este ámbito desde siempre, lo que es aún peor porque entonces hablamos de homicidio doloso. 

La partitura del paisaje sonoro de nuestro país, es como un electrocardiograma de cualquier hospital mexicano y dentro de poco terminará también, dibujando una línea  horizontal e inerte.

 

POR JULÉN LADRÓN DE GUEVARA
CICLORAMA@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@JULENLDG