Este año toca a Guerrero la cita para renovar, entre otros cargos, el de la gubernatura del Estado.
Este estado se encuentra atrapado entre grandes asimetrías sociales y económicas que se han ido acumulando con el tiempo.
De acuerdo a los indicadores de la OCDE y del Inegi, Guerrero ocupa el último lugar de los estados del país en esperanza de vida al nacer (73.2%) y en tasa de habitaciones por persona (0.7%).
En el penúltimo lugar en viviendas con acceso a servicios básicos (66.3%). En educación se ubica en el lugar 27 de la lista, y en años de escolaridad (7.7%) en el lugar 30.
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La tasa de informalidad laboral es la segunda más alta del país (79.08%). La población en situación de pobreza (66.5%) asciende al segundo lugar de las entidades federativas al igual que el porcentaje de población en situación de pobreza extrema (26.8%). Y en accesibilidad a banda ancha por hogares (34.8%) se coloca en el lugar 29. Tiene, por si lo anterior fuera poco, segundo lugar en la tasa de informalidad laboral (79.08%).
En Guerrero urge un cambio sustantivo en el ejercicio de gobierno como sistema articulador que permita remontar gradualmente su precariedad acumulada. Se requiere generar mejores oportunidades de vida para la inmensa mayoría de la población que hoy brilla por su ausencia.
En este contexto, debe empezarse por el principio: un cambio en el statu quo y su correspondiente establishment que ha gobernado a favor de unos pocos.
Existen diversas precandidaturas para gobernar Guerrero. Si el propósito es que las cosas sigan como están, hay muchas opciones. Pero si se quiere una reforma de fondo, un entreveramiento generacional, de actitudes y de capacidad de gobierno sería la respuesta.
En ese sentido, sin desdoro de otras opciones, la persona que podría iniciar el largo proceso de revertir el camino andado es Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, por las siguientes razones: a) Porque no pertenece a ningún interés creado que ha generado lo que existe; b) Porque llegaría sin compromisos para hacer lo que se debe hacer, servir al interés público; c) Porque tendría capacidad de interlocución con el gobierno federal para generar condiciones para el desarrollo postergado; d) Porque es una persona que busca servir y no servirse del poder como ha sido el rasgo distintivo de la familia a la que pertenece, que ha mostrado congruencia entre el decir y el hacer por generaciones, siempre al lado de las mejores causas para la inmensa mayoría.
Morena tiene la palabra para definir qué ruta sigue en un momento crucial donde hay condiciones inéditas para traducir en acto la justicia social.
POR ERNESTO VILLANUEVA
COLABORADOR
@EVILLANUEVAMX