Salieron el canciller Marcelo Ebrard, y el titular del IMSS, Zoé Robledo, a hacer la chamba de reconstruir los puentes de diálogo y colaboración con el empresariado, dinamitados por el descrédito inducido por la propia cuatroté contra el ex jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo.
El plan del poderoso titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores y el joven funcionario contempla incluir a los empresarios en la campaña nacional de vacunación contra el COVID-19, que ya fue palomeado por el presidente Andrés López Obrador, quien lo anunció con bombo y platillo el martes durante la mañanera.
Se trata de que los patrones organicen la vacunación de sus trabajadores, de entrada, y la posibilidad de que se amplíe a sus familias, como medida para inmunizar al personal del sector productivo del país, el que genera riqueza, paga impuestos y mantiene la actividad económica del país.
Desde que se planteó la propuesta, a principios de diciembre, encontró rápido respaldo del Consejo Coordinador Empresarial, que preside Carlos Salazar Lomelín, quien días después, el 9 de diciembre, respaldó las iniciativas laborales de la Presidencia, entre ellas la congelada ley contra el outsourcing.
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Pero este tiro de dos bandas de Ebrard y Zoé (agilizar la vacunación y acelerar la reconciliación con la IP) también encontró la oposición de quien se sentía dueño de la estrategia de combate a la pandemia: Hugo López-Gatell, subsecretario de Salud, quien aconsejó a López Obrador que la vacunación debía ser monopolio del gobierno.
López-Gatell quería así medir fuerzas con Ebrard, a sabiendas de que en oficio, visión política y eficiencia el Canciller se lo lleva de calle. Tan es así que, ya derrotado en ese tema, el subsecretario se quiso colgar la medalla, y el martes pasado él mismo daría a conocer que se habían reunido con el empresariado para que se integren al plan nacional de vacunación.
Pero en Palacio Nacional y en el gabinete presidencial, saben que lo de López-Gatell es oportunismo desesperado. El alarmante número de muertos por la pandemia en México (más de 115 mil), su renuencia a reconocer el uso de cubrebocas como el medio más eficaz de frenar los contagios, y su cantinfleo para explicar sus contradicciones con el semáforo epidemiológico, se han convertido en una losa de desprestigio para él y sus ambiciones políticas.
Porque para cada solución, López-Gatell tiene un problema.
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Sorpresas arrojó la Encuesta Nacional de Consumo de Contenidos Audiovisuales 2019, recién difundida por el IFT: la preferencia por la televisión abierta se mantiene por encima de los servicios de streaming. Además, revela que 51% de los encuestados sintonizan los noticiarios, 46% películas, 36% telenovelas y 27% deportes.
Los canales más sintonizados son el 2 y el 5, ambos de Televisa, e incluso entre las audiencias que cuentan con televisión de paga, 70% prefieren las señales abiertas. Esto, un año previo a la pandemia, por lo que se estima que este 2020, las cifras se modificaron al alza en favor de la TV abierta.
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Ya tiene la cuatroté a quien acusar por la fallida ley para prohibir el outsourcing: Gustavo de Hoyos, quien antes de entregar la presidencia de la Coparmex a José Medina Mora Icaza, rechazó apoyar esa iniciativa del presidente López Obrador. No sólo eso, pues Gustavo, con su organización Sí por México, negocia alianzas electorales con el PAN, poniendo en bandeja de plata a Morena una bandera de campaña contra la oposición.
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EN EL VISOR: Este Periscopio se sumerge en aguas invernales durante un par de semanas. Vuelve a salir a flote el 7 de enero de 2021.
Por RAYMUNDO SÁNCHEZ PATLÁN
RAYMUNDO.SANCHEZ@ELHERALDODEMEXICO.COM
@R_SANCHEZP