SIN ROLLOS

La ley de la selva

Fue sobre la tutela de futbolistas antagónicos que el técnico campeón del Guard1anes 2020 encontró el fiel de la balanza

OPINIÓN

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Jorge Murrieta / Sin Rollos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

La fiera más melenuda impuso su ley y alzó la copa. Primera de muchas en la carrera de Nacho Ambriz, cuya foja de servicios inhibiría a cualquiera con muchos más años de trajín en Primera.

Nacho no es mediático ni anda en politiquerías. No necesita dar la nota de color ni tratar mal a la prensa o a sus jugadores para hacerse notar. Es pragmático, sencillo. Pero no se arredra. Nunca se achicó, ¡qué va! Como jugador metía la pierna fuerte (incluso se “pasaba de rosca”) y le pegaba con un tubo a la pelota. Era de esos recuperadores de antes: incansable e intratable.

Bien, pues como técnico es igual, aunque sus formas hayan variado un tanto. 

Exquisito con el balón nunca fue y jugó en equipos que, si bien no jugaban mal, tampoco se preocupaban por llenarle la pupila al espectador. Ni Lapuente ni Arias fueron técnicos que priorizaran el espectáculo por encima de la estética del juego. Tampoco el doctor Mejía Barón. Pero eran tácticamente muy disciplinados. A diferencia de aquel Necaxa, aquel Atlante y aquella Selección Nacional, este León juega por nota; si bien en la Liguilla hubo pasajes en los que el “jogo bonito” desapareció, para dar paso al orden y la concentración.

Este Rey León tiene sus “fierros”, entre otros tantos “estiletes”, y es tan buen equipo y tiene tan buenos jugadores, que uno solo (se me ocurre Montes, por ejemplo) puede sufrir marcadas metamorfosis durante un mismo partido, pues lo mismo lo vemos metiendo la pierna fuerte, barrida incluida a lo Picas Becerril, que tomar la pelota en el mediocampo para poner una pelota de gol, tras exquisito trazo a lo Maradona. Decir Montes y crack es pleonasmo.

Y fue sobre la tutela de futbolistas antagónicos que el técnico campeón del Guard1anes 2020 encontró el fiel de la balanza, combinando la finura de hechuras con la generosidad irrestricta en el esfuerzo, desde Cota hasta Gigliotti, pasando por laterales de enorme calidad como Navarro y Tesillo, centrales férreos como Mosquera y en esta ocasión especial, el eterno Nacho González, quien tras haber jugado muy poco en los últimos torneos, aquejado por diversas lesiones, disputó la final, hizo una jugada de lujo en defensa, portó el gafete de capitán y levantó el trofeo junto con El Chapo.

Ni el guion más emotivo hubiera tenido mejor desenlace. Y del centro hacia el frente, La Fiera lo tiene todo. La enorme inteligencia de Montes, combinada con la claridad de Aquino, la habilidad y la furia de Mena y Meneses, los destellos de Ramírez, y el instinto letal y atrabancado de Gigliotti, sin dejar de lado a Joel Campbell, el tico que dinamita en momentos de apuro. 

Así como El Mono Burgos se destetó de Simeone para trazar su propio destino, hace años que Nacho hizo lo mismo con Javier Aguirre, con la enorme diferencia de que Ambriz no vende humo, pero El Vasco

POR JORGE MURRIETA.
@JORATLA