DESDE AFUERA

AMLO y Biden: Hacia una buena relación tormentosa

Ninguno de los dos países puede darse el lujo de separarse o chocar, ya que están demasiado integrados

OPINIÓN

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José Carreño Figueras/ Desde Afuera/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: FOTO: Especial

Más y más, la impresión reinante es que la relación entre Estados Unidos y México va a ser agitada, complicada, y mucho mejor de lo que hoy se espera. 

Y según los indicios, con una pesada carga de necesidades y conveniencias geopolíticas, determinada por una larga frontera y una creciente integración social y económica.

Pero eso no es nuevo.

Las razones son simples. Está por un lado la realidad de una relación interméstica, marcada por la asimetría, pero donde lo que pasa en uno reverbera en el otro.

En términos estratégicos, el gobierno de Estados Unidos tiene necesidad de un vecino estable y seguro, y si eso implica pasar por alto desacuerdos que no afecten la premisa esencial de seguridad, van a hacerlo, aunque para ello deban simplemente tragarse el berrinche y especialmente si la contraparte está debilitada.

Para México, implica aceptar algunas realidades que, como la presencia policial estadounidense, pueden ser desagradables, además de aprovechables de cara a la opinión pública interna. Pero también medir sus pasos.

Sin embargo, el eje es la necesidad geopolítica. Ninguno de los dos países puede darse el lujo de separarse o chocar con el otro: social y económicamente se encuentran demasiado integrados.

La prudencia real que marcó las relaciones entre los presidentes Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador estuvo determinada por esas realidades. Desde el lado estadounidense, fue evidente que tras un ruidoso inicio en el que satanizó a México y los mexicanos, Trump moderó su tono. En el lado mexicano, el presidente López Obrador ha sido cuidadoso en sus expresiones y sus acciones respecto a EU. Y las profecías de un "choque de trenes" nunca se cumplieron.

Ahora se habla de un rocoso inicio de relaciones con Joe Biden, electo el pasado 3 de noviembre, y que llegará a la Casa Blanca pese a las quejas de Trump.

Durante años se puso énfasis en buscar el acercamiento personal entre los dos Presidentes, y aunque sea deseable, en la actualidad el tamaño y la diversidad de los vínculos entre los dos países obligan a ambos a restringirse y tomar en cuenta los intereses del otro en algunas decisiones.

Es ahí donde pueden darse los fuegos artificiales de los próximos cuatro años: las agendas de Biden y López Obrador son divergentes en temas como el medio ambiente, especialmente energía y el uso de combustibles fósiles –que aquel busca desfasar y este promueve–.

Las quejas de legisladores y empresarios estadounidenses sobre la política energética mexicana se refieren sobre todo a la exclusión de inversionistas e inciden en las preocupaciones de EU sobre México: la incertidumbre en las inversiones y su impacto sobre una economía debilitada.

Pero hay también posibles coincidencias. Biden está decidido a cambiar la política migratoria estadounidense y eso tendrá un impacto en la relación con México, tanto en su papel de emisor de migrantes como en el de freno a las migraciones centroamericanas. 

 

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1