MALOS MODOS

Plagio, de Aguilar Camín

Plagio, la novela que publicó recientemente Héctor Aguilar Camín es muy buena novela, lejos de sus thrillers políticos, Morir en el Golfo y La guerra de Galio

OPINIÓN

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Julio Patán/ Malos modos/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

De un lado, un escritor maduro, entregado al plagio y la promiscuidad, que además es la cabeza y, sobre todo, la cartera del aparato cultural de la que parece ser la universidad pública más grande del país. Del otro, un escritor de naturaleza muy diferente –joven, talentoso, magnético– que no solo escribe de maravilla, sino que es capaz de detectar un plagio donde lo haya. Por ejemplo, para el caso que nos interesa, en la novela que le acaba de dar al primer escritor el premio literario más importante del país, un premio “de escritores para escritores”. Entre ambos, una mujer guapa: una infidelidad, si me perdonan el spoiler. Más adelante, con el libro ya avanzado –segundo spoiler en dos líneas–, un crimen. 

Entre esos puntos cardinales se desarrolla Plagio, la novela que publicó recientemente Héctor Aguilar Camín. Muy buena novela, lejos de sus thrillers políticos, Morir en el Golfo y La guerra de Galio. Porque sí, están la promiscuidad y los celos, un tema en La guerra y sobre todo en esa suerte de spin off que es Las mujeres de Adriano, y el guiño al género policiaco, y desde luego ese envidiable humor desencantado, impregnado de ironía, muy sutil. Pero Plagio camina por otros lugares: es una burbuja en la obra de Aguilar Camín, para usar palabras suyas, y una burbuja –muy agradecible– en tiempos tan saturados de política, y política de la mala.

Camina Plagio, de hecho, por muchísimo otros lugares. Primero, es una mirada heterodoxa, aguda, afortunadamente incapaz de tomarse en serio pero muy inteligente, a la literatura, que sí: puede ser una ininterrumpida forma del plagio, o sea del homenaje, como nos recuerda Héctor que dijo Borges. Enseguida, más específicamente, es un homenaje a Martín Luis Guzmán, que le da nombre al premio del plagiario y sobre todo que infiltra con gracia esta novela, rescatado por Héctor. Y rescatado es una buena palabra: Guzmán, particularmente el de La sombra del Caudillo, es el gran clásico proscrito de la literatura mexicana, un narrador excepcional muy injustamente desalojado del canon por su priismo irredento. Y hay más: los celos, la mirada cruel a nuestra educación pública, sobre todo en lo que tiene de centro de poder, la amistad…

Muy buena novela, insisto: un libro que en apenas 130 páginas concentra, con levedad y gracia, muchos mundos. Mundos a los que tenemos que sumar –tercer spoiler– a un detective como los de cualquier novela negra digna del título: cínico, confianzudo, probablemente bondadoso dentro de esa coraza de desencanto y ciertamente con su carga de sabiduría. Un detective que nos habla a todos, sobra decirlo. Miren sino estas líneas, con las que termino: “Usted tiene un problema serio con las palabras … Le sobran, le faltan o se le hacen realidad”.

POR JULIO PATÁN
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@JULIOPATAN09