Yami está por cumplir los 11 años y le encanta vestir de policía como su mamá, Yessi. Está convencida que sólo es cuestión de tiempo para que ella termine su educación básica, posteriormente la media y superior e ingresar a la Academia de Policía. Anhela, junto con su madre y sus tías Ivette y Berenice (también policías municipales), cuidar a los ciudadanos.
“Siempre quise ser policía. Soy mamá soltera. Cuando los niños crecieron un poco, me decidí a ir por mis sueños, terminar con la preparatoria e ingresar a la Academia de Policía. Yami, desde los cinco años, me insiste en que quiere ser policía ‘de los que andan en moto’. Yo quiero servirle de ejemplo. Tengo dos hermanas que son policías municipales.
Ellas son muy profesionales, responsables. Una de ellas incluso recibió un reconocimiento de la Cámara de Comercio de Guadalajara por su buen desempeño (a favor de la comunidad)”, comentó Yessi.
El gusto por la profesión se contagia entre estas mujeres. Ellas van descubriendo la especialidad que seguirán, pero las anima el que su madre se sienta orgullosa del servicio a la comunidad.
“Me gustó toda la instrucción policial. Cuando nos dieron técnicas, tácticas y disturbios sentimos el compañerismo y la unión. Cuando estábamos en la Academia nos llevaron a muchos servicios. En el evento Nos toca regalar, sentí muy bonito entregar regalos a los niños. Mi plan es seguir estudios de criminalística, especializarme en forense”, dijo.
La sensibilidad femenina permanece aun cuando se represente a la autoridad y se luche para que prevalezca el orden. Cuidar a la sociedad tal como se cuida a su familia se vuelve inevitable.
“Cuando veo a niños en la calle siempre me identifico. Pienso en mis hijos. Cuando veo adolescentes, recuerdo a mis hermanos; cuando ayudo a mujeres adultas mayores, recuerdo a mi madre. Es cuestión de empatizar”, subrayó Neftalí, también uniformada tapatía.
MAAZ