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Penitentes de Tzintzuntzan: la fe y la gratitud por encima del dolor en Viernes Santo

Algunos de los grilletes que los penitentes deben portar en los pies, fueron elaborados hace casi 500 años

NACIONAL

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Son cerca de 35 los penitentes que salieron a saldar sus deudas con el Cristo del Santo Entierro.Créditos: Foto: Especial

Las llagas que provocan los pesados metales, las quemaduras del suelo caliente y la dureza de las piedras, no importan para las decenas de penitentes que este Viernes Santo, cumplen su manda ante el Cristo del Santo Entierro, en la comunidad de Tzintzuntzan.

Desde temprana hora, hombres de todas las edades arriban al Templo de la Soledad, donde se retiran el calzado y vestimenta habitual para colocarse un capirote en el rostro, un sendal y unos grilletes en los pies; en ese momento se convierten en penitentes que deberán recorrer el pueblo.

En este 2022, son cerca de 35 los penitentes que salieron a saldar sus deudas con el Cristo del Santo Entierro. Son hombres que anteriormente pidieron al patrono de este pueblo indígena que les diera salud, trabajo, protección o cualquier otra plegaria, y que, tras recibir las dádivas del nazareno, vienen a agradecerle que no los haya desamparado.

Es el caso del señor Romelio Bedolla, quien a sus 17 años emigró a los Estados Unidos de Norteamérica en 1990 y prometió que, si sobrevivía a los peligros de cruzar ilegalmente la frontera, regresaría para pagar la penitencia. Hoy, 32 años después y con la ciudadanía norteamericana, pudo salir del país vecino para agradecer el favor.

“Tenía que cumplir la promesa al santito, vine a darle gracias por todas las bendiciones a la familia, a los hijos, porque mi vida ya la realicé allá. Para mí hacer la penitencia es una emoción de agradecimiento, es saber que cumplí, se siente como un descanso. No me da miedo lastimarme o el dolor, lo que estoy haciendo yo es poco para lo que vivió Jesús, es poco para lo que él ha hecho por nosotros”, señaló el migrante.

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Durante su recorrido por el Atrio de Los Olivos y las calles de la localidad, los penitentes son acompañados por dos cirineos. Caminan entre los visitantes, entre las casas y puestos ambulantes, mientras portan un rosario en mano y un plato o charola donde reciben limosnas para la iglesia. 

Algunos de los arcos metálicos que deben portar en los pies, fueron elaborados hace casi 500 años. En el Siglo XVI, tiempo de la conquista y evangelización de los nativos, esos mismos objetos fueron utilizados por los españoles para llevar a cabo las primeras celebraciones de Semana Santa en la Región Lacustre.

“Son cinco grilletes que datan de esa época (colonialismo). Pero el pueblo fue creciendo y se fueron aumentando. Ahora tenemos 20 grilletes, aunque los más nuevos no son iguales, están más débiles, es otro tipo de fierro”, explicó Gabriel Huetza, coordinador del recorrido de los penitentes.

El esfuerzo para caminar con los grilletes es mayúsculo, por lo que la caminata puede demorarse durante horas. Al término, los penitentes vuelven al Templo de la Soledad para retirarse los antiguos artilugios que son resguardados en dicho recinto religioso.

Algunos de los feligreses reaparecen con llagas sangrantes en las piernas, pero con su fe fortalecida; reconocen que su dolor y cansancio es grande, pero no más que su fervor y su gratitud.

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