La narrativa habitual de la autodenominada Cuarta Transformación hace de su discurso diario una apología: “por el bien de México, primero los pobres”, pero parece que en aquel segmento de la población considerado como “pobres”, se deja fuera a grupos altamente vulnerables de la sociedad, pero que quizá no aportan una rentabilidad al discurso político del gobierno.
En este sentido, me parece que los tiempos son adecuados para hacer una revisión enfática de un fenómeno que, a partir de la explosión de la pandemia provocada por la Covid-19 cobró gran relevancia, y me refiero a la intensificación y acrecentamiento de los servicios de repartición de alimentos a domicilio a través de plataformas digitales como Uber, Rappi y Didi.
La pandemia produjo trabajo precario
Y aunque tales servicios ya contaban con una operación dentro del mercado de entregas a domicilio previo a la irrupción de la pandemia, su demanda exponencial provocada por las condiciones del confinamiento colocó en la esfera de discusión las condiciones de empleo que las personas trabajadoras de dichas plataformas enfrentan.
En los dos últimos años, dicha discusión, tanto desde los espacios académicos como de algunas organizaciones de la sociedad civil, se ha encaminado a repensar conceptos de larga data tales como: empleo precario, trabajo decente e informalidad laboral.
Pero ¿qué entendemos por empleo precario?
A modo de rápida introducción al concepto, desde los años ochenta, múltiples perspectivas de la Sociología del Trabajo en América Latina comenzaron a fijar sus investigaciones y reflexiones en el fenómeno de la precariedad laboral.
De esta manera, se ha venido desarrollando la idea en torno a que la precariedad del trabajo se convirtió en las últimas cuatro décadas en una tendencia a nivel internacional respecto al reordenamiento tanto de los espacios de trabajo, como de la redefinición de las relaciones sociales y la reestructuración productiva.
Por ejemplo, para Martínez-Licerio et al (2019), el término precarización hace referencia principalmente a dos puntos; el primero aborda una caída generalizada de los salarios y la desprotección social progresiva, y el segundo radica en la flexibilidad de los contratos laborales en favor de las empresas.
Empleo precario, una característica del mercado mexicano
Dicho autor se plantea con respecto al problema de la precarización laboral directrices muy concretas para abordar el problema: la insuficiencia salarial, progresión salarial, falta o reducción del acceso a las leyes legales y protección social, y la organización de los procesos laborales y control laboral. Podemos observar entonces, siguiendo las directrices propuestas, una especie de transversalidad desde las últimas cuatro décadas, dentro de los entornos laborales mencionados.
Y abonando a la discusión, de acuerdo con el informe “El trabajo del futuro con derechos laborales. Diagnóstico y estrategia de política pública para el reconocimiento de derechos laborales de personas trabajadoras por plataformas digitales” realizado por el Colegio de México, el trabajo en plataformas digitales es la informalidad del siglo XXI, y entendiendo ésta como la falta de acceso a la seguridad social como resultado del empleo, podemos entonces constatar que la informalidad es una característica del mercado laboral mexicano de fundamental relevancia.
Uberización: empleo precario
Pero sobre lo aparentemente obvio, cabe preguntarnos: ¿Por qué habríamos de poner especial atención en esta ola creciente de trabajadores que operan por cuenta propia a través de dichas plataformas digitales? ¿Qué clase de aprendizajes o enseñanzas podríamos extraer al estudiar dicho fenómeno?
En primer lugar, que la digitalización de la vida misma es un imperativo innegable dentro de las dinámicas sociales globalistas en las urbes principales desarrolladas y semi desarrolladas, lo cual nos lleva a un replanteamiento necesario de las configuraciones y regulaciones de las condiciones de empleo en tales sociedades.
En segundo lugar, que la configuración de nuevas dinámicas del empleo (ocasionadas en gran medida por la irrupción de la Covid-19) modificaron las perspectivas y tendencias del mercado.
laboral dentro de las formas respectivas al autoempleo, por lo que aspectos tales como la propia gestión del tiempo al momento de buscar ofertas de trabajo, la supuesta flexibilidad en la elección de los horarios del trabajo, la tercerización de los esquemas laborales, etc. se posicionan como ejes conceptuales nodales al momento de realizar un análisis exploratorio respecto a las causas que motivan u orillan a la elección de un empleo considerado como precario.
¿Cómo luchar contra la precariedad laboral?
Y en este sentido, algunas propuestas que surgen a partir de las ultimas discusiones respecto a la problemática se encaminan a lo siguiente:
- Visibilizar el tema y el fenómeno mismo con miras a la generación de políticas públicas focalizadas que regulen los esquemas contractuales de dichos empleos, pues su relevancia e implicaciones tanto sociales/subjetivas como económico/pragmáticas nos tocan en esferas altamente sensibles como sociedad.
- Dotar de voz y agencia a los colectivos y grupos asociados de trabajadores por aplicación en pos de un mejor acceso a las condiciones laborales bajo las cuales operan.
- Hacer un llamado enfático a las instituciones gubernamentales en turno pertinentes para que tomen cartas en el asunto.
Me parece que son estas propuestas un buen punto de reflexión para comenzar a darle la importancia que se merece al fenómeno laboral que arrincona a las personas trabajadoras en plataformas digitales en condiciones de desventaja.
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