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Carlos Pellicer estaría orgulloso del actual gobierno, asegura AMLO

El mandatario recordó el legado y pasajes al lado de su “maestro” como cuando le dio a un “rollito” de dinero para que invitara a comer caldo de rabadilla a sus compañeros

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Recordó que entre sus muchas aportaciones al arte y la cultura, fundó el Museo Arqueológico de Tabasco. Foto: PresidenciaCréditos: Foto: Presidencia

Al recordar a su mentor, el poeta Carlos Pellicer Cámara, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que el escritor se sentiría orgulloso de saber que el gobierno atiende de manera preferente a los pobres y a los olvidados de México. 

“Creo que mi maestro (Pellicer) se sentiría orgulloso de saber que en su tierra y en su agua, y en todo el país, seguimos trabajando con la misma convicción de siempre: la de no hacerle mal a nadie y atender de manera preferente a los pobres y a los olvidados de México”, consideró.

Al intervenir de manera virtual en el 125 aniversario de natalicio de Carlos Pellicer Cámara, organizado en Bellas Artes, el mandatario recordó el legado y pasajes al lado de su “maestro” como cuando le dio un “rollito” de dinero para que invitara a comer caldo de rabadilla a sus compañeros, todos estudiantes que vivían en la casa del estudiante tabasqueño, en la colonia Guerrero.

“Cuando conocí al maestro Carlos Pellicer ya era un hombre grande en toda la extensión de la palabra. Se trataba de un escritor consagrado al que Gabriela Mistral había distinguido llamándolo `El poeta de América’”, expuso.

Recordó que entre sus muchas aportaciones al arte y la cultura, fundó el Museo Arqueológico de Tabasco en la época del gobernador Francisco J. Santamaría y participó en la fundación de otros museos como el de Tepoztlán, Morelos y el de su amiga Frida Kahlo, inaugurado en julio de 1958; así como el museo regional de la Universidad de Sonora, en 1957.

Pellicer también vinculó su labor intelectual y su obra creativa con la actividad política, pues en su juventud fue activista en la campaña presidencial de su maestro José Vasconcelos.

Participó en las brigadas internacionales que fueron a España a defender la república de la sublevación franquista; presidente del Comité en Defensa y Solidaridad con el pueblo de Nicaragua durante la dictadura de Somoza, y se manifestó y repartió volantes a la llegada a la Ciudad de México del presidente John F. Kennedy en protesta por la invasión de Bahía de Cochinos en Cuba.

Contaré algunas de muchas anécdotas que guardo de esos tiempos del maestro Pellicer. Recuerdo que en una navidad fui a visitarlo a la calle de Sierra Nevada en las Lomas de Chapultepec, y luego de hablar de asuntos políticos, de piezas arqueológicas que llenaban su casa, falsas o auténticas pero bellísimas, y del nacimiento que año con año montaba para el disfrute de muchos; al despedirme me entregó un rollito de billetes que fueron mi felicidad porque, en esos tiempos, como decíamos, traíamos hambre vieja. 

“Aunque no era mucho, el dinero alcanzó para invitar a Isidoro Pedrero Totosaus, a Ever Sánchez Alejandro, a Carlos Cerino Marín, David Izquierdo Mayo y otros amigos, a comer gallina con rabadilla en los famosos “Caldos Zenón”, ubicados cerca de la calle de Violeta, en la colonia Guerrero, donde vivíamos 80 jóvenes becados con hospedaje y de vez en cuando o de manera periódica, alimentación en la Casa del Estudiante Tabasqueño”, recordó.

En 1976 se sumó a la campaña por los pueblos de Tabasco y desde antes de ser senador planteó que iba a vender su colección de paisajes de José María Velasco, valuada en 7 millones de pesos y que con ese dinero se haría un fideicomiso para ayudar a los pueblos indígenas de Tabasco. 

Sin embargo, relató el mandatario, poco después entraron a su casa, maniataron a Chavelita, su fiel acompañante y ama de llaves, y se robaron las pinturas; a partir de entonces se entristeció mucho y cayó en cama.

Unos días antes de morir lo visité. Estaba postrado, pero platicamos; tenía la esperanza de recuperarse; me pidió vernos dos días después con el propósito de buscar una alternativa para lo del fideicomiso para los pueblos chontales.

“Le dije que no se preocupara, que primero era su salud, y él me insistió porque realmente tenía la preocupación por la gente pobre. Por la mañana del 16 de febrero de 1977, día en que volveríamos a encontrarnos, me enteré que había muerto”, expuso el mandatario mexicano.

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