En México hay 2.2 millones de personas que realizan trabajo doméstico remunerado, de las cuales, 70 por ciento no tienen prestaciones laborales.
De acuerdo con el Inegi, basado en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del primer trimestre 2021, 25 por ciento no tiene acceso a servicios de instituciones de Salud, pero tienen otras prestaciones; el 4 por ciento tiene acceso a servicios de Salud y otras prestaciones y el 1 por ciento cuenta con acceso a servicios de Salud.
Datos del Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH) indican que nueve de cada 10 trabajadores del hogar son mujeres, además que sólo 2.3 por ciento cuentan con contrato.
La organización ha detectado que las trabajadoras firman contratos a conveniencia de los patrones y de las agencias que las colocan en el lugar del empleo.
Estas trabajadoras, según el CACEH, ganan entre uno o dos salarios mínimos o entre tres mil 100 y cuatro mil al mes, por lo que no se puede pensar que una trabajadora del hogar pueda, con ese salario, tener una calidad de vida.
Hasta junio pasado, según el Instituto Mexicano del Seguro Social, sumaban 33 mil 475 trabajadores del hogar inscritos en el programa piloto de afiliación al IMSS, por lo que, con este registro tienen derecho a atención médica, farmacéutica y hospitalaria, al pago de incapacidades por enfermedad general o riesgos de trabajo, ahorro para el retiro, entre otras prestaciones.
Marcelina Bautista, fundadora del CACEH, señaló a El Heraldo de México que esta cifra es baja considerando los 2.2 millones de empleados del hogar que hay en el país.
“Falta mucho por promover este plan piloto por parte del IMSS, el año pasado sí estuvo bastante movido promoviendo, y algunas cosas que encontramos que la empleadora no podía estar saliendo al banco a pagar y que se creó el pago en línea.
“A partir de ahí no se ha hecho más difusión de este plan piloto, que ya tiene que terminar para seguir con la obligatoriedad con las trabajadoras”, dijo.
Señaló que la situación de este sector empeoró durante la pandemia por COVID-19 porque los empleadores ya no quieren que las trabajadoras entren a las casas por miedo a que los contagien.
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