FUGA DE CEREBROS

Los programas sociales han fracasado en México por falta de estrategia y transparencia

México revolucionó al mundo hace más de 20 años con sus programas sociales de transferencia directa. Es momento de retomar el camino del desarrollo y corregir los vacíos que dejó Progresa

NACIONAL

·
¿Por qué Progresa ya no funcionó en México? Foto: EspecialCréditos: Especial

Desde la óptica nacional, el Programa de Educación, Salud y Alimentación (Progresa), luego renombrado Oportunidades, y posteriormente Prospera, ha sido víctima de álgidas discusiones y críticas sobre su eficacia, sus dobles intenciones y mecanismos de implementación, sin embargo, pocos somos conscientes de la revolución internacional que esta iniciativa generó en las políticas para el desarrollo.

México fue el primer país, hace más de 20 años, en implementar transferencias condicionales de capital, sentando las bases para lo que hoy es uno de los movimientos de vanguardia más grandes en el combate a la pobreza y la desigualdad.  

Existe una queja popular sobre los hacedores de política pública, que supuestamente idean siempre desde un escritorio en alguna capital del mundo, con años de estudios en grandes universidades, pero con poco conocimiento de causa.

Se debe tomar en cuenta a la población a beneficiar

¿Por qué o quién decidió que dar leche a los niños de escasos recursos en Chiapas es lo que absolutamente todos necesitan?, ¿por qué poner pisos de cemento es la prioridad número uno en las rancherías de la Sierra Tarahumara?, o bien ¿realmente los agricultores en Michoacán necesitan fertilizantes y semillas genéticamente modificadas?

Yo no tengo las respuestas, pero probablemente los papás de los niños en Chilón, los rarámuris en Norogachi, o los aguacateros en Tancítaro, sí. ¿Por qué no confiar en aquellos que van a recibir un apoyo y darles la libertad de decidir, mientras reducimos los costos operativos para descifrar lo que ellos mismos ya saben?

Siguiendo lo ocurrido en México, la ONG internacional GiveDirectly decidió hace más de una década transferir dinero, sin ninguna condición, a la gente más necesitada en África. Sí, dinero gratis a través de un mensaje SMS para que la gente lo gaste en lo que ellos consideran prioritario.

Hoy, con más de 300 estudios de la más alta calidad analizando la evidencia, se comprueba que la gente – oh sorpresa – no se gasta el dinero en caguamas o drogas, sino que invierten en la educación de sus hijos, reducen la violencia intrafamiliar, y fomentan el emprendimiento.

No solo eso, GiveDirectly logra poner en las manos de las personas 90 centavos por cada dólar recaudado; la eficiencia y las economías de escala son impresionantes en comparación con cualquier otra intervención. La popularidad de las transferencias incondicionales de capital sigue al alza; hoy, se estima que cerca del 20% de todo el apoyo humanitario en el mundo es basado en transferencias de dinero.

Te puede interesar: La legalización de las drogas en México: Así fue la política de Lázaro Cárdenas

Falta de una estrategia objetiva y transparencia de resultados

En México, tras 24 años del lanzamiento de Progresa, las transferencias de capital siguen siendo una realidad. Tristemente, bajo una avenida clientelar y oportunista.

La implementación de este tipo de políticas por parte del gobierno federal carece de un seguimiento puntual de la evidencia, de una focalización correcta de las poblaciones objetivo y está inmiscuida en telarañas de corrupción.

Algunos ejemplos de esto son las irregularidades en la expedición de las Tarjetas del Bienestar, la entrega de dádivas a más personas de las que realmente viven en diversas localidades, o bien el análisis realizado por la Agencia de Gestión Social y Cooperación que califica a 14 de los 17 proyectos sociales prioritarios del gobierno federal como opacos y de bajo desempeño, donde miles de millones de pesos carecen de seguimiento o categorización.

Hace dos décadas, México fue punta de lanza en una revolución, para muchos silenciosa, pero que para muchos otros millones sigue cambiado sus vidas radicalmente.

Ojalá que nuestro país retome la senda de la innovación, la técnica, y el seguimiento en sus políticas de desarrollo; caminar con los ojos vendados es a todas luces un desacierto.

Confiemos en los receptores de la política social y dejemos de tratar al pobre como a un niño chiquito. Aspiremos a fomentar las libertades individuales, incluidas la económica y de decisión. Sigamos el ejemplo de instituciones internacionales para maximizar el beneficio de las políticas redistributivas en México
 

Por: Pedro Casas Alatriste. Candidato a maestro de Política de Desarrollo Internacional en la Universidad de Georgetown.