Los organilleros son conocidos también como los músicos de la calle, ya que a pesar de no ser ellos los que hagan las melodías, se encargan de llenar de música y recuerdos a la gente que transitan por las calles de México con música del pasado, siendo canciones de Pedro Infante las más sonadas por ese instrumento. Hoy ese oficio se ha visto gravemente afectado por el Covid-19.
Este oficio comenzó en la época de Porfirio Díaz, por lo que con el paso del tiempo la gente lo adoptó como parte de la cultura mexicana y como una forma de recordar aquella época, donde Pedro Infante, María Félix y Antonio Espino, mismo que será pieza importante para que este bonito oficio se inmortalizara en el ya lejano 1956, fecha en la que se hizo película en su honor.
Estos músicos que portan una caja de madera con manivelas y puntillas de bronce se paran en diversos puntos de la ciudad para alegrar el día con canciones, pero al mismo tiempo para ganarse la vida con las propinas que reciben día con día; por lo que gracias a la pandemia por el coronavirus se han visto muy afectados, ya que la gente dejó de salir de casa y cuando lo hacen llevan las ventanas arriba, lo que ha hecho que bajen sus ingresos por día.
Un duro golpe
En el cruce de Insurgentes y av. San Fernando se colocan tres organilleros que día con día buscan cubrir sus gastos y poder conseguir dieron para la comida, dos de ellos son unos jóvenes que más allá de los problemas que se viven hoy en día al ser organilleros buscan hacer que el oficio siga vivo.
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Los jóvenes, quienes prefirieron no dar sus nombres, hablaron con El Heraldo de México sobre como los ha tratado la pandemia en su trabajo, siendo el tema de los bajos ingresos un factor importante, ya que de ganar $500 o $700 pesos que dividían entre los tres (el patrón y ellos dos) ahora si sacan $200 pesos les fue bien, pero ahí no acaba todo, ya que de esos ingresos tienen que pagar la renta del equipo de $200 pesos al mes.
Estos dos jóvenes realizan un trayecto de un par de horas para poder llegar a su zona de trabajo, donde están de las 10:00 a las 20:00 horas y donde se van turnando la manivela, ya que uno solo no podría aguantar tanto tiempo; mientras que el otro pasa entre los coches con su sombrero para percibir alguna moneda por parte de los conductores que escuchan la melodía, o en su defecto, tienen la ventana cerrada como parte de las medidas de seguridad para evitar contagiarse de Covid-19.
Un sueño que cumplir
Pero lo más importante para nuestros amigos es que disfrutan las canciones y que esperan quedarse en este oficio muchos años más, ya que además ganarse la vida y mantener una tradición mexicana, buscan convertirse organilleros reconocidos, tanto para tener su foto en el muro de las personas que duraron más tiempo dentro de este bonito oficio, mismo que se encuentra en el “Museo del Organillero”.
“Me gusta la música que tiene y como es una tradición me gusta ser organillero. No sé aquí (entre ellos) casi todos platicamos que todos los que son organilleros, hay un museo que está aquí abajo (señalando en dirección a Av. San Fernando) ahí ponen un retrato de los que tienen más tiempo y es lo que me gustaría a mí, tener un retrato para que me recuerden ahí”, expresó el músico.
Ahora solo queda esperar para que la vida se normalice en México y el mundo para que los organilleros y la gente en general puedan recuperar la vida como era antes, misma que para la gente de este oficio podía implicar un gran sacrificio por pocos ingresos, pero que seguro eran y serán más de los que pueden percibir en estos momentos de crisis sanitaria.
Por Diego Zarazua Abascal