El Papa Francisco tiene claro dónde quiere que sus restos mortales descansen, cuando llegue el momento y, contrario a la tradición que dicta que los máximos dirigentes de la Iglesia Católica sean sepultados en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, eligió otro sitio.
En una entrevista concedida a la reportera Valentina Alazraki, Francisco señaló que desea ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, ubicada en las inmediaciones de Roma y donde han sido inhumados otros siete Papas.
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Con 86 años de edad y una salud cada vez más precaria, el obispo de Roma siente una cercanía importante con el templo, una de las cuatro basílicas mayores con las que cuenta la también llamada Ciudad Eterna, pues es donde solía rezar antes de asumir el papado.
Durante la misma charla, señaló que ha simplificado los ritos funerarios papales, mismos que se habían mantenido intactos desde hace siglos, con el objetivo que su sucesor en el trono de San Pedro pueda ocuparse del cargo con mayor facilidad.
Santa María la Mayor: una joya mundial
Construida en la cima del Monte Esquilino siguiendo las instrucciones específicas de la Virgen María, la Basílica de Santa María la Mayor es una joya en muchos sentidos, los cuales van de lo espiritual a lo artístico.
Construida en el siglo 5, fue la primera basílica consagrada a la Virgen María, y es la única de las cuatro con las que cuenta Roma que conserva aún su primera planta, previa al desarrollo del catolicismo. Además, fue la primera iglesia en la que San Ignacio de Loyola ofició una misa.
Cuenta con numerosos tesoros, pero uno de los más importantes es la reliquia de la Santa Cuna, una parte del pesebre en el que reposó Jesús, el cual se encuentra en un altar hecho con 33 tipos diferentes de mármol.
La Capilla Sixtina, ordenada por el Papa Sixto en el siglo 16, es una de las cinco con las que cuenta la basílica de Santa María la Mayor. Se trata de una de las más suntuosas, ya que tiene pinturas y detalles arquitectónicos únicos.
Además del propio Papa Sixto, otros obispos de Roma descansan en la basílica: San Jerónimo, encargado de la traducción de la Biblia, Pío V, impulsor del vital Concilio de Trento, Pablo V, en cuyo papado se concluyó la basílica de San Pedro, y Clemente VIII, quien reconcilió a jesuitas y dominicos.