Tras el fracaso de su ofensiva relámpago para derrocar al gobierno de Ucrania, las fuerzas rusas redujeron sus ambiciones para concentrarse en la conquista de la región del Donbás, donde se libra una guerra de desgaste 100 días después.
La táctica de Moscú para hacerse poco a poco con el Donbás parece estar dando sus frutos. Pese a la resistencia ucraniana, las fuerzas rusas controlan una parte de la ciudad clave de Severodonetsk.
Tras tomar el estratégico puerto de Mariúpol, que permite conectar a Rusia con la península de Crimea, una victoria militar en el Donbás sería bienvenida por Vladimir Putin, que necesita triunfos.
El Presidente ruso lanzó el 24 de febrero la mayor ofensiva militar en Europa desde finales de la Segunda Guerra Mundial. Pero su fallido inicio dejó atónitos a los países occidentales.
Las fuerzas rusas abrieron tres frentes a la vez: en el norte, hacia la capital Kiev; en el este y en el sur. La ofensiva en el país vecino movilizó 160 mil soldados.
Moscú lanzó su "operación militar especial" sin lograr primero la supremacía aérea y, rápidamente, empezó a mostrar sus límites frente a una defensa ucraniana ágil y entrenada desde hace años por instructores de la OTAN.
Las tropas ucranianas, subestimadas por Rusia y a las que Occidente provee de armas antitanques y antiaéreas, infligieron importantes daños a los rusos, obligados un mes después a modificar sus objetivos.
Rusia decidió entonces centrarse en la cuenca minera del Donbás. Ayer, las fuerzas ucranianas enfrascadas en una desgastante batalla por el control de la región pasaban problemas para contener a las tropas rusas y ganar tiempo hasta que lleguen los cohetes y sistemas antiaéreos de última tecnología que les prometió Occidente.
Ante la posibilidad de que las armas tarden varias semanas en llegar, Ucrania enfrenta un periodo prolongado de inclementes combates, aseguran analistas.
En el Donbás, "Ucrania podría perder terreno, pero Rusia enfrentará serios problemas para mantener su esfuerzo militar y conquistas territoriales".
CAR