La guerra de Rusia contra Ucrania cumplió ocho meses y en las últimas semanas los ataques se han intensificado a pesar de que Vladimir Putin había dicho que frenaría los ataques masivos porque su estrategia había cambiado, prueba de ello fueron los supuestos bombardeos con drones kamikaze en regiones como Kiev, Dnipropetrovsk y Sumi que dejaron al menos tres muertos.
No obstante, los potentes ataques han venido de ambos bandos, ya que vale recordar que a inicios de este mes, Rusia acusó a Ucrania de haber derribado el importante puente que une a su país con la recién anexada región de Crimea, ataque que habría dejado al menos tres personas fallecidas.
El miedo latente de que la guerra entre Rusia y Ucrania escale de nivel permanece vivo, sobre todo debido a que países de Occidente han mostrado su apoyo a los gobernados por Volodímir Zelenski, quien ha pedido que se dé velocidad a su anexión a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), situación que evidentemente no le agrada a Moscú, por lo que ha advertido de represalias a los países que integran este grupo.
Rusia acusa a Ucrania de planear un atroz ataque
Recientemente, el ministro de Defensa de Rusia, Sergéi Shoiugu, denunció ante algunos de sus símiles de la OTAN que Ucrania está preparando una “bomba sucia” en su propio territorio para culpar a Rusia de utilizar armas de destrucción masiva y generar una dura respuesta de Occidente, sin embargo, Kiev ha rechazado estas versiones; incluso, aliados como Francia, Estados Unidos y Reino Unido dicen que se trata de un pretexto de Moscú para intensificar sus ataques.
Hasta la fecha, en ningún conflicto bélico se ha confirmado el uso de “bombas sucias”, sin embargo, el hecho de pensar que puedan ser utilizadas genera gran preocupación entre la población, ya que aunque su poder de destrucción no es como el de las armas nucleares, su capacidad sí es muy letal debido a que contiene material radiactivo.
¿Qué son las “bombas sucias”?
De acuerdo con información de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), las llamadas “bombas sucias” o dispositivos de dispersión radiológica (RDD) son armas que combinan explosivos -como la dinamita- y polvo o perdigones radiactivos.
Los CDC detallan en su portal que las “bombas sucias” o RDD (por sus siglas en inglés) se pueden esconder en lugares públicos, por ejemplo, en una plaza comercial, una calle muy transitada o debajo del asiento de algún medio de transporte, y aún estando ocultas, ya emanan un poco de radiación que podría afectar a quienes estén cerca, no obstante, el mayor daño viene cuando en su interior se lleva a cabo una compleja reacción nuclear de fusión.
Al ser detonadas, estas bombas no generan un efecto tan destructivo como las armas nucleares, sin embargo, su principal peligro no es la radiación sino la explosión, ya que dispersan materiales radiactivos en el área tanto en polvo como en humo, los cuales causan daños inmediatos a las personas que estén cerca, además de que contaminan el agua y la comida.
Los efectos en la salud podrían nunca manifestarse, pero en algunos casos estos suelen aparecer en horas, días o semanas, y podrían ser muy leves; en situaciones muy desafortunadas, las personas expuestas a los materiales radiactivos podrían tener presentar secuelas graves que deriven en cáncer o la misma muerte.
¿Ya las han usado antes?
Actualmente ningún ejército del mundo incluye entre su armamento las “bombas sucias”, según un estudio publicado en 2021 por el Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) del Ministerio de Defensa de España, que precisa que solo algunos grupos terroristas, principalmente islamistas radicales y supremacistas de Estados Unidos barajan su posible utilización.
En la guerra de Corea (1950-1953) EU se planteó y descartó su uso, señala el informe del IEEE, pero fue Sadam Husein, en la década de 1980, quien estudió su incorporación a un ejército regular con el objetivo de eludir las prohibiciones internacionales sobre armas nucleares. Finalmente también abandonó el proyecto.
Y según científicos de la ONU, Irak habría ensayado en 1987 la explosión de una bomba radiológica, desestimada por la baja letalidad.
Cuando llegó la década siguiente ningún ejército del mundo se planteaba ya el uso de las "bombas sucias" en combate por su escasa efectividad y su compleja manipulación, además de por las prohibiciones internacionales, con lo que su posible utilización quedaba restringida al ámbito de los grupos terroristas.
En noviembre de 1995 el líder checheno Shamil Basáyev anunció que un contenedor radiactivo se encontraba en el parque moscovita de Izmáilovo. En el contenedor había Cesio-137 y su nivel de radiación superaba 100 veces la norma, aunque las autoridades rusas descartaron que pudiera poner en serio peligro la salud de la gente.
Expertos militares señalaron sin embargo que su explosión en un lugar determinado y en condiciones meteorológicas que hicieran posible la dispersión de los materiales fisibles sí podría convertirse en "fuente de sustancial contaminación radiactiva".
Desde entonces han sido frustrados varios intentos de grupos terroristas de desarrollar "bombas sucias" y no hay constancia de que haya llegado a materializarse ningún ataque de este tipo.
Ya en 2004 el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) denunció que "en casi todos los países" hay material para crear una "bomba sucia" y aseguró que más de un centenar de países tenían programas “inadecuados” de control y gestión para evitar y detectar el robo de materiales radiactivos”.
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