La llegada de la nueva variante Ómicron está provocando un avance importante de otra enfermedad mental denominada coronofobia, es decir, el miedo a contraer COVID, un trastorno que cada vez afecta a más personas.
Con cada nueva ola de COVID llegan más miedos y fobias.
Para 2030, la OMS estima que los problemas de salud mental serán la principal causa de discapacidad en el mundo.
Una de las fobias que la actual pandemia ha generado es la coronafobia, una ansiedad excesiva a contraer el COVID-19. Los individuos con este miedo extremo tienden a experimentar un conjunto de síntomas fisiológicos desagradables desencadenados por pensamientos o información relacionada con esta enfermedad.
"Este virus no debe ser percibido como una peste o tuberculosis. (...) El virus no permanecerá en el cuerpo humano para siempre”, dijo en una entrevista Ilhami Celik, miembro de la Junta Científica Asesora de Coronavirus de Turquía.
Esta fobia es realmente incapacitante, ya que está fuertemente enlazada con el deterioro funcional y la angustia psicológica.
Asimismo, relacionado con el miedo excesivo al contagio, es destacable el trastorno obsesivo compulsivo, cuyos síntomas pueden verse exacerbados en el contexto de la actual pandemia.
De acuerdo con un informe del Ministerio de Sanidad español, el trastorno de ansiedad es el más frecuente: afecta a 6.7% de la población (8.8% en mujeres y 4.5% en hombres). Esta cifra alcanza 10.4% si se incluyen signos de ansiedad.
Dentro de este espectro, uno de los diagnósticos más frecuentes es el trastorno de fobia específica, según un artículo de la BBC.
La última edición de Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM V) define estas alteraciones como la aparición de miedo o ansiedad intensa, inmediata (casi siempre) y desproporcionada ante objetos o situaciones específicas que, de forma general, no serían consideradas peligrosas.
Normalmente, esta tiene una función eminentemente adaptativa para la supervivencia. Permite detectar amenazas y generar una respuesta apropiada frente a ellas.
Sin embargo, cuando dicho miedo interfiere de forma negativa en el funcionamiento cotidiano de la persona en alguno de los ámbitos de su vida por ser persistente, desproporcionado, irracional e infundado, pierde su carácter adaptativo.
La pandemia de COVID-19 ha erosionado la salud mental de una gran parte de la sociedad.
Además, los confinamientos impuestos se han traducido en una reducción drástica del contacto físico y social, y una afectación de la salud mental.
Por Israel López
PAL