JOE BIDEN

20 años del 11-S: Joe Biden de cara al futuro tras terminar la guerra con Afganistán

La estrategia de la Casa Blanca será proteger la figura presidencial para redirigir la atención pública estadounidense de Afganistán a la agenda nacional de Biden de cara al futuro

MUNDO

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Joe Biden planea cerrar el capítulo con Afganistán Foto: APCréditos: AP

El delicado equilibrio de la vigésima conmemoración del 11-S: del duelo al futuro. Mañana será la vigésima conmemoración de los ataques del 11 de septiembre de 2001 que dejaron 2 mil 977 fallecidos, miles de heridos, e imágenes que cimbraron al mundo al mostrar las torres gemelas desplomándose en el distrito financiero de Manhattan, tras el impacto de dos aeronaves comerciales secuestradas por terroristas.

La cobertura mediática fue veloz, con reportes de ataques aéreos bien coordinados y que, rápidamente, incluirían también al edificio central del Departamento de la Defensa de los Estados Unidos y un avión más, cuyo objetivo era el Capitolio estadounidense, pero que logró ser estrellado durante el trayecto en Shanskville, Pensilvania.     

Los ataques terroristas del S-11 representaron un golpe fortísimo al paradigma de seguridad internacional prevalente respecto a la fortaleza del hegemon: actos de terrorismo de alto impacto eran ahora posibles directamente en territorio estadounidense, algo nunca antes visto.

Para afrontar al reto, se profundizó la inspección de personas y vehículos que entran al país, se tomaron medidas extraordinarias en términos de vigilancia, se reorganizaron 22 agencias gubernamentales enfocadas en seguridad e inteligencia bajo el marco del recién creado Departamento de Seguridad Nacional y, por supuesto, se emprendió la búsqueda de los responsables materiales e intelectuales de los actos terroristas del 11-S.

El gobierno de George Bush señaló a la organización terrorista Al Qaeda como responsable de los ataques, lo que resultó en la invasión de Afganistán, país al que acusó de servir de refugio al líder terrorista Osama bin Laden.

Si bien la presencia de tropas estadounidenses en Afganistán correspondió en un principio a la “guerra contra el terror” de aquella administración, hacia abril de 2002, el alcance se ampliaría para comenzar labores de reconstrucción y, eventualmente, construcción nacional, con la participación de múltiples actores internacionales y bajo el liderazgo estadounidense.

La lógica implícita detrás de tales acciones era que el desarrollo nacional y la construcción de capacidades serían transferibles al pueblo afgano tras un periodo de acompañamiento, y ello fructificaría en bases más sólidas para una paz sostenible que a su vez, serviría de apoyo a la estabilidad regional.

Desde la perspectiva de desarrollo internacional, la crítica más puntual a estos esfuerzos siempre fue que la naturaleza de los cambios fundamentales para la transformación nacional no puede ser externa, sino que requiere necesariamente ser endógena.      

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Una década más tarde, en mayo de 2011, el entonces presidente Barack Obama anunciaría el fallecimiento de Bin Laden en el vecino país de Paquistán, durante un operativo a cargo de sus fuerzas especiales. Pese a ello, Estados Unidos mantuvo a sus tropas en Afganistán hasta la reciente retirada orquestada por el presidente Joe Biden.

Como lo demostró la relativa facilidad con la que el Talibán regresó al poder, éste nunca desapareció, sino que simplemente se replegó y continuó activo bajo la táctica de guerrillas.

Tras el fin de la guerra, Joe Bien planea una nueva estrategia presidencial

Con la participación presidencial en la vigésima conmemoración del 11-S en Nueva York, Shanksville, y el Pentágono, la Casa Blanca intentará dar por concluido el doloroso capítulo sobre Afganistán en el que, durante esta administración, se perdieron las vidas de trece jóvenes soldados estadounidenses, mientras que la visión optimista acerca de la fortaleza y resiliencia del gobierno afgano apoyado por los Estados Unidos, se esfumó.

Para asegurar que su participación en los actos conmemorativos sea bienvenida por los familiares de las víctimas del 11-S, el presidente Biden ha promulgado una orden ejecutiva que busca darle mayor acceso al público a documentos relacionados con dichos atentados terroristas. Al respecto, existen posiciones encontradas entre aquellos que lo apoyan y quienes no lo consideran suficiente.

Parte clave de esa dinámica es la presencia de demandas legales por parte de víctimas de los actos terroristas en contra del gobierno de Arabia Saudita por su posible complicidad con los actores materiales, varios de nacionalidad saudí.

Este 11 de septiembre se buscará redirigir la atención del público estadounidense a temas de la agenda nacional más relevantes al electorado estadounidense, como el combate a la pandemia a la luz de nuevas variantes, el avance en los esfuerzos de vacunación, la respuesta ante desastres naturales, y la aprobación por el Congreso de su plan de infraestructura.

De funcionar adecuadamente, la estrategia moverá los reflectores de todo lo relacionado con Afganistán hacia el secretario de Estado, Antony Blinken, y el secretario de la Defensa, Lloyd Austin III, dando tiempo adicional para que los niveles de aprobación presidencial mejoren antes de las elecciones intermedias del próximo año.

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Por: Juan Mayagoitia, Especialista en Asuntos Internacionales, con experiencia en organismos internacionales, sector público, relaciones externas, y alianzas estratégicas, basado en Washington, D.C., y Maestro en Ciencia del Servicio Exterior @georgetownmsfs, exbecario @Comexus y @Conacyt_MX, y Licenciado en Relaciones Internacionales @TecdeMonterrey – Twitter: @juanmayagoitia